miércoles, 25 de marzo de 2009


Ha muerto Nicholas Hughes, el hijo de la escritora Sylvia Plath y del poeta Ted Hughes. Se ha suicidado ahorcándose. Me ha impresionado la noticia porque Sylvia, cuya biografía leí hace años, también se suicidó en el año 1963, metiendo la cabeza en el horno y abriendo el gas, después de dejar dos vasos de leche en las mesillas de noche de sus dos hijos pequeños (uno de ellos, Nicholas) y de proteger las puertas de sus habitaciones con toallas mojadas para que el gas no les afectase a ellos.

Otra de las parejas posteriores de Ted Hughes también se suicidó con gas, y en este caso, además, se llevó consigo a su hija de 4 años.

Hay familias en las cuales la tragedia se sucede, una y otra vez. Acuérdense de los Hemingway, y de otros, más cercanos a nosotros, quizás. ¿Cómo escapar a este destino? ¿Es éste ineludible?

Yo creo que no. Pero también pienso que para que esto sea así, alguien debe trabajar muy duramente para romper la cadena. Alguien valiente para desear conocer y vencer los demonios ancestrales. Deben darse también las condiciones necesarias para asumir la tarea: estabilidad, afecto familiar, capacidad para asumir, cuestionar y debatir los condicionantes de unas vidas muy particulares. No es fácil, no, y por eso se producen estos desastres que perpetúan tragedias de una generación a otra.

Todo esto tiene que ver con los recursos que se dedican a la salud mental de la población. Lamentablemente, desde el sector público, aunque se hacen esfuerzos, los recursos que se destinan a esta cuestión son escasos en nuestra sociedad. Es cierto que nunca como ahora se había centrado la atención en asuntos de esta índole, pero no es suficiente. Miren a su alrededor y comprobarán cómo una gran mayoría de sus conciudadanos tienen problemas psicológicos. Y que cada uno de ellos "va tirando" como puede. Son pocos lo que solicitan ayuda, porque la ayuda es más bien escasa.

En tiempos de crisis, además, el problema se agudiza. Necesitamos más recursos, ya.




sábado, 21 de marzo de 2009


¿Por qué no se estará el Papa de Roma quietecito en casa, haciendo sus cosas, sin molestar? Mira que irse a darse una vueltecita por África a decir que lo del preservativo es una chorrada, que no sirve para protegerse del virus del sida...así, con un par de bemoles y sin ningún dato que avale esta teoría. Más bien, todos los estudios dicen que el uso del condón no sólo es recomendable, sino pràcticamente OBLIGATORIO para frenar esta terrible enfermedad que, precisamente en África, es ya una pandemia que asola a miles de ciudadanos desinformados, que diezma poblaciones, deja miles huérfanos y supone un sufrimiento atroz para los que la padecen (que, en la mayoría de los casos, no pueden acceder a ningún medicamento), por no hablar del exterminio de una población joven que, en teoría, tendría que conformar el potencial económico de sus respectivos países.
Y va el Papa y se pasa todo esto por el forro. ¿Con qué derecho?

Miren la foto que encabeza esta entrada. ¿No creen que este señor tiene cara de malo?

miércoles, 18 de marzo de 2009


Hace unos días, un editor dijo en una conferencia que no podía entender que hubiera gente que no lee jamás un libro. Yo confieso que mi vida, sin la lectura, sería muchísimo más aburrida y poco interesante. A través de los libros se viven miles de vidas diferentes a la tuya.

El último libro que me ha impresionado ha sido el "Diario", de Hélène Berr. Es el diario íntimo de una chica de veintiún años, francesa de origen judío, que relata con precisión lo que pasó en París durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Cómo los alemanes, en colaboración con el gobierno de Vichy, empezaron a dictar medidas contra los judíos, franceses y extranjeros, que acabaron casit todos ellos deportados a los campos de exterminio.

Quien haya leído el famoso Diario de Ana Frank, encontrará en este libro un recuento mucho más elaborado, meditado y consciente de qué fue los que pasó en aquellos meses, de cómo lo vivieron los judíos de París. La joven Hélène era una joven universitaria con muchísima formación, casi una intelectual, y escritora. Madurísima para su edad. Su diario es escalofriante. Búsquenlo, está editado por Anagrama.

jueves, 12 de marzo de 2009


Me parece lamentable lo que han hecho los sociatas con el tema del homenaje a las víctimas del 11-M. No sé los entresijos de la cuestión, sólo he leído los periódicos, que dicen que el PSOE no se sumó al homenaje de Madrid en protesta por la actitud de Esperanza Aguirre, que ha zanjado la investigación del supuesto espionaje a miembros de su propio partido, el PP.

Eso es confundir la gimnasia con la magnesia. El 11-M fue una tragedia que todavía hoy, cinco años después, sacude las vidas de muchísmos ciudadanos (192 muertos, 1.500 heridos, y todas las personas de su entorno). ¿Cómo esperan los políticos, y no sólo los del PSOE, que esos mismos ciudadanos confíen en ellos y sigan creyendo que su voto vale alguna cosa? Si el voto de millones de personas, sea del signo que sea, no sirve para que los representantes de un partido político, que además gobierna el país, acuda a un homenaje a las víctimas del mayor atentado terrorista que ha sufrido España, pues...apaga y vámonos. Hay cosas que están por encima de otras. Es que no sólo se trata de guardar las formas, digo yo; es que habría que pararse a reflexionar sobre las palabras respeto, empatía, y dignidad.

El miércoles por la noche jugaba el Madrid contra el Liverpool un partido de Champions. Vi la primera parte en la tele, pero luego, como no soy del Madrid, pensé:"vete a ver "Mujeres Desesperadas", que es tu tema". Pero resulta que en La 2 no daban la serie, sino un reportaje sobre las víctimas del 11-M. Aguanté con él a regañadientes, porque no me gustó nada, pero pensé, sinceramente, que estar viendo ese reportaje en vez del partido de fútbol, ya era un homenaje.

Ayer, al leer los periódicos, no podía creer lo que leía . ¿Quién, dentro del PSOE, decidió que no había que asistir a los actos de recuerdo a las víctimas del atentado? Una mente preclara, seguro. Una mente preclara que no ha tenido en cuenta que esta decisión, y no otras más ofesivas para mi condición de mujer independiente, formada, y residente en la comunidad autónoma de Catalunya, tendrá un peso enorme, si no insalvable, en la orientación de mi voto en las próximas elecciones. No se puede, siendo político responsable, vivir al margen del sentir mayoritario de los ciudadanos. Y el sentir mayoritario de los ciudadanos, creo yo, es que había que respetar la memoria de las víctimas del 11-M. Por muchos espionajes, por muchos Garzones y por muchos pactos a la vasca que nos acechen. Lo dicho: hay cosas que están por encima de otras.

miércoles, 11 de marzo de 2009


Me emocionó ver en la tele el otro día a un señor que se llama Juan Bergua. Es el padre de Cristina Bergua, una chica de 16 años que desapareció de su casa en Cornellà hace 12 años. La vieron por última vez con un novio con el que quería cortar, y luego...el abismo. Hace 12 años, el circo mediático no era el que es hoy. Juan Bergua no se entrevistó con el presidente del gobierno. La policía investigó el caso con muchísimos menos medios que los que se han dedicado, por ejemplo, al caso de la niña sevillana Marta del Castillo.
Los vecinos se movilizaron, sí. El señor Bergua acudió a los medios. Algunos periodistas le entrevistaron. Yo, que entonces trabajaba en la tele, le entrevisté, a él y a su mujer. Recuerdo con toda claridad el ambiente de desolación y la atmósfera triste y cargada que reinaba en su domicilio, un piso pequeño repleto de fotos de la hija ausente. Y el hablar entrecortado de la madre y del padre rememorando el caso de su hija. En aquellos días, cuando ya habían transcurrido varios meses desde la desaparición de la niña, una juez había ordenado el rastreo del vertedero del Garraf en busca de restos del cuerpo de Cristina. 8 policías buscaron y rebuscaron entre la basura ( más de 200 están rastreando un río para encontrar a Marta), sin resultado. No se pudo inculpar al supuesto novio.
Y los padres de Cristina, desde hace 12 años, conviven con el horror y con la incertidumbre. Porque no se puede pasar página página a una cosa así. ¿Cómo levantarse cada día, cómo ir a trabajar, hacer la compra, lavar las sábanas cada semana? ¿Cómo celebrar las fiestas familiares sin sucumbir al dolor?
Juan Bergua no ha tirado la toalla. Fundó, con otras personas, una asociación que lucha para que no se olvide a los desaparecidos. En 2005 los datos decían que había 4.000 de ellos sólo en Catalunya.

domingo, 1 de marzo de 2009


Algunos días te caen encima como una losa. Me ha pasado hoy, cuando he recibido la noticia de la muerte de Pepe Rubianes. Actor y director de teatro iconoclasta ( según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: "Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos"), era un hombre inteligente y sensible que, a mí particularmente, me proporcionó muchísimos momentos de alegría y felicidad con su presencia sobre los escenarios. Pepe me hacía reír, reír con ganas y a sabiendas de que me reía con chistes y juegos de palabras inteligentes, trabajados, buscados e investigados a consciencia. Pepe no vivía de los flashes, vivía de pasear y de hablar con los clientes del bar de la esquina, de leer los periódicos y de repasar la historia en libros y bibliotecas. Era un crack cuando no existían los cracks. Fue un monologuista excepcional cuando no existían los monologuistas. Fue un artista "galaico-catalán", como se definía a sí mismo, porque nació en Galicia aunque nunca vivió allí, y porque vivió en Catalunya aunque nunca nació aquí.


Pepe era tímido y se sabía fuera del mundo. De cierto mundo. En sus espectáculos, se metía con los fascistas, con los casados, con los bancos. Él iba a su bola. Y se ha ido a su bola, sin recibir a amigos y conocidos. En una última conversación, insistía en reponer "Lorca éramos todos", una obra maravillosa. No ha podido ser. Pero nos queda "Rubianes solamente", uno de sus éxitos más clamorosos. Y la Barceloneta que él amó. Y el humo del tabaco que le ha matado.


Me reconforta lo que he leído en internet, en algunos de los comentarios que deja la gente en páginas imposibles: "Gracias, Pepe, gracias por todo". Que la gente se despida de ti dándote las gracias, es mucho. ¿No?