martes, 20 de diciembre de 2011

LA LOTERÍA


Como cada mañana, estoy repasando titulares de prensa en mi ordenador. No me detengo para nada en los referentes a la sesión de investidura del Sr. Rajoy, que es la noticia del dia en este país, puesto que ello sólo aumentaría el cabreo que llevo encima desde el día de la victoria aplastante de su partido en las pasadas elecciones generales. No; voy leyendo en diagonal diversos titulares de variopintos periódicos nacionales e internacionales, hasta que me doy de bruces con éste de El Mundo:"Apúntese y le avisamos si le toca la Lotería de Navidad". O sea: vía Twitter, Facebook o email, uno le dice a El Mundo los décimos con los que participa en el sorteo, y El Mundo te indica, prácticamente en el mismo instante en que sale la bola (si es que sale), el premio que te ha correspondido. Es decir: una vez más, las redes sociales acabarán con costumbres muy arraigadas entre nosotros, para darnos satisfacción inmediata, sin dilación...pero también sin emoción.

Y claro, pensaréis: "A esta señora, lo de las redes sociales no le mola". Pues no: me encantan, las encuentro muy útiles y entretenidas. Son un instrumento de comunicación inigualable y, hoy en día, imprescindible. No hay día en que no espere noticias de mis amigos de ultramar en mi muro de Facebook, no dejo de seguir lo que me interesa en Twitter, y el correo electrónico, claro está, es utilísimo en el terreno profesional, por ejemplo. Pero el tema éste de la lotería me ha tocado la fibra.

Yo no suelo jugar a la lotería. Empecé a jugar cuando tuve un trabajo remunerado, hace ya un montón de años, comprando el número de la empresa, siguiendo la máxima de "por si toca,no sea que todos los demás se hagan millonarios y yo no...". Y, con el tiempo, me animé a comprar alguna participación del número del mercado, de mi tienda favorita, de la escuela de mis hijos...y, esporádicamente, de algún lugar remoto de España que visitaba por cualquier motivo. Jamás he memorizado número alguno, ni si acababa en 5 o en 3 o en 7; lo que a mí me gustaba era pasar la mañana del 22 de Diciembre escuchando la cantinela del sorteo a través de la radio o de la tele, en mi lugar de trabajo, y alegrarme mucho cuando salía el gordo y enterarme de que había tocado aquí o allá, y sobretodo, de que los agraciados eran gente que realmente lo necesitaba. Me encanta ver el espectáculo jurásico del sorteo en sí, con esos niños y niñas del siglo pasado cantando números y premios vestidos con uniformes trasnochados y sometidos a un body language que ya
querrían para sí muchos estrictos internados ingleses ...No sé, para mí, es como una mañana freakie, pero freakie de verdad, que antecede al gran atracón (innecesario) del ágape navideño.

En un cajón del mueble de mi recibidor guardo siempre los décimos y las participaciones que llevo en el sorteo. Si estoy en el trabajo, nunca me llevo apuntados qué números son, o sea que nunca me he podido enterar instantáneamente de si me ha tocado algo o no. Jamás me ha tocado nada. Siempre esperaba a la tarde, cuando, antaño, algunos periódicos publicaban una edición especial con la lista del sorteo, o bien aguardaba hasta el día siguiente a comprobar si era millonaria o no. A fuerza de no "rascar bola" durante años y años, mi afán por comprobar si la diosa Fortuna me había favorecido se hacía menos y menos urgente, y hubo años en que tardé días, semanas, en cotejar números y premios en las listas que, eso sí, guardaba celosamente en el cajón del recibidor. Nunca tuve una alegría, pero en el fondo no me importaba: comprendía perfectamente que otros lo merecían mucho más que yo.

Pero la noticia de El Mundo me ha molestado profundamente. No quiero, de ninguna de las maneras, enterarme ipsofacto de si he sido agraciada o no. Quiero seguir con mi ritual: oir de fondo, preferiblemente a través de la tele, la cantinela de los entrañables dinosauritos de San Ildefonso, que sube un par de escalas cuando sale un premio; seguir entonces a los dinosauritos, enfundados en feas faldas escocesas y jurásicos blazers de botones dorados, agarrando las bolitas entre índice y pulgar y acercándose al estrado donde funcionarios de aspecto invariablemente franquista certificarán la fortuna de unos cientos o miles de agraciados residentes en el vasto territorio español. Eso es lo que me gusta: ir a lo mio, desempeñar mi tarea, pero, en cuanto oigo un tono más agudo de lo normal, levantar la vista y observar a los anticuados infantes desempeñar su labor siguiendo esas pautas que no han cambiado desde que tengo uso de razón (¡y cuánto ha llovido!). Consideraría una intromisión
del todo inadmisible que, en mitad de ese deleite, de ese éxtasis propiciado por un espectáculo audiovisual que pertenece al mundo antediluviano, sonase el píííp impertinente que martillea nuestros oídos incesantemente y se iluminase la pantallita del móvil exhibiendo el mensaje de facebook, twitter, email o sms: "Su número XXXXX ha sido premiado con 1.000 euros". No. No voy a decirle a El Mundo, ni a nadie, qué números juego, y así nadie podrá robarme el placer de retrasar algunas horas, días, semanas,la comprobación, una vez más, de que no me ha tocado nada de nada, y que no me importa, porque sí les ha tocado a muchas otras personas que lo necesitan mucho más que yo. Pero habré sentido la emoción de cada año al ver en las pantallas sus caras, sus celebraciones, sus lágrimas, sus convincentes discursos de que, a partir de ese momento, el mundo será mejor. Y ningún pitido insolente me privará de ese placer.

lunes, 19 de diciembre de 2011

AYER FUE UN GRAN DÍA


Ayer fue un gran día. La Marató de TV3 consiguió recaudar, a lo largo de 16 horas de programa, más de 7 millones de euros para fomentar la donación de órganos e invertir en mejorar los progamas de transplantes. Yo trabajé más de 20 años en TV3, y por eso La Marató es un programa muy especial para mí. Pero lo es, igualmente, para cientos de miles de ciudadanos de este país que, año tras año, se vuelcan en este programa organizando múltiples actividades (1.650 en todo el territorio) para recaudar fondos, en cada comunidad, en cada barrio, en cada pueblo, en cada ciudad. Clubes de todo tipo, asociaciones, gremios, grupos de amigos...la gente de nuestro país da todo lo posible, y lo imposible, por una causa noble. En estos tiempos tan difíciles, en los que cualquier tendero te comenta que le desbordan las peticiones de hacer llegar sus sobras a los múltiples comedores sociales que se han montado en el barrio; en los que durante un simple paseo por una ruta boscosa cercana a los límites de la ciudad descubres a personas viviendo a la intemperie, intentando camuflarse entre los árboles...en estos tiempos, los ciudadanos de este país han contribuído con 7 millones de euros a la causa del transplante de órganos. Confieso que sólo pude ver el programa de TV3 un ratito. Y sólo lo pude ver un ratito porque, desde hacía días, lloraba como una magdalena cada vez que veía cualquier anuncio del evento. Y eso que reconozco el esfuerzo de la televisión pública catalana para no incidir excesivamente en el dramón lacrimógeno que, sin duda, activa el tecleo de las cifras mágicas de la recaudación telefónica (o internauta), pero me es imposible alejarme emocionalmente de las personas que relatan sus casos, sus problemas, sus angustias, sus miedos. Estuve atenta, pues, un par de horitas después de cenar, y me fui a dormir con la satisfacción de pertenecer a un pueblo que es capaz de esta gesta: en los tiempos que corren, donamos 7 millones de euros para ayudar a algunos de los que lo necesitan.

Cierto es, también, que mi orgullo de catalana se había alimentado, a media mañana, con el esplendoroso triunfo de mi club, el Fútbol Club Barcelona, en el Mundial de Clubes que disputó en Japón frente al Santos de Brasil. No fue simplemente el hecho de ganar; fue el orgullo de ver a un equipo maravilloso jugar de manera maravillosa, con jugadores maravillosos (todos), a un deporte maravilloso que hizo gozar a todo un planeta un domingo maravilloso de diciembre del 2011.

lunes, 21 de noviembre de 2011

EL MOMENTAZO


Quin moment! Jo l'anomeno el "momentazo": és aquell segon en què, a la fi del partit, ese hombre, ese macho primitivo, neandertal, el greñas cachas...es treu la samarreta suada i deixa que tot el món mundial contempli el seu tors nu. A mi em treu l'alè i, després de reflexionar-hi molt, he arribat a la conclusió que aquest gest sublim i tot el que l'envolta és una de les raons per les quals, de vegades, m'estimi més quedar-me a casa i veure el partit a la tele, que no pas anar al camp. I és que, a la tele, els realitzadors semblen estar d'acord amb mi i, invariablement, enfoquen el capità sortit de la caverna en el moment precís en que es despulla i ens ofereix el meravellós espectacle dels seus músculs inflant-se aquí i allà, segons el moviment que fa. Que si ara el pectoral dret, que si ara l'esquerre, que si el bíceps descomunal, que si el tríceps equilibrat...i oh! què dir-ne, dels abdominals? Doncs que no són d'eixe món. Mare meva, quin bé de Déu! La llàstima és que duri tan poc; sovint, no més de 10 segons, i això és una gran injustícia. Des d'aquesta humil tribuna, faig una petició a les cadenes televisives: si us plau, allargueu una miqueta més aquesta estupenda agonia (i en dic agonia perquè, sense excepció, ens condueix a la fosa en negre de la pantalla), i feu-ne repeticions com les de les jugades de gol, però, sobretot, incloiu-ne algunes en càmera lenta, que ens permetrien apreciar en tot l'esplendor la bellesa de la seqüència: ara saludo el capità de l'equip rival, ara alguns jugadors, els àrbitres...però ja m'agafa la coïssor i no puc estar-me'n...la mà dreta se'n va cap a l'extrem esquerre de la samarreta, l'agafa, i comença a estirar-la cap amunt, cap amunt, i aixeca així, a poc a poc, i amb l'ajuda de la mà esquerra, el teló que deixarà a la vista de tothom el meravellós escenari: les xocolatines de l'abdòmen, a tort i a dret; els pectorals poderosos, que amaguen un cor furiós i orgullós; el coll omnipotent, com el dels cavalls, i els braços...què dir-ne, d'aquests braços? No puc dir-ne gaire res; només, contempleu-los. I gaudiu-ne. I somnieu-los.

De veritat, cadenes televisives, féu-me cas: repetiu efusivament, i a càmera lenta, l'striptease del capità de totes les capitanies. Seria un mètode seguríssim de multiplicar per cent, per mil, per centenars de mil.lers, l'audiència. Els gais, les nenes, les joves, les mares i les àvies, us ho agraïrien. No en dubteu. Fins i tot, i passant a l'escenari mercantilista, podria ser que el "momentazo" esdevingués un espai patrocinat. Aquí ja no m'hi fico, perquè no hi entenc.

viernes, 11 de noviembre de 2011

APAGÓN


Mi mejor amigo, estos días, no es mi perra. Ella lo nota, y está un poco ofendida, pero sabe que este nuevo compañero no es más que una distracción pasajera, que no durará. Sabe que compenso su fidelidad con la mía, pero que, de vez en cuando, es necesario echar una canita al aire. Es así de inteligente. Porque mi mejor amigo, estos días, es el botón que silencia el altavoz de la tele. Ese botón pequeñito que, en algunos mandos a distancia, es incluso difícil de encontrar. Pero es básico. Yo estoy tan tranquilamente en casa, a mi bola, haciendo mis cosas, y a la hora de los informativos suelo tener la tele en marcha para, más o menos, mantenerme informada acerca de la actualidad televisiva (que no es la actualidad real, pero ese es otro tema...). Y resulta que estamos en campaña electoral y que, por cojones o por ovarios, nos endilgan esos infumables bloques electorales que los partidos políticos pretenden colarnos como información. Hablo desde la deformación profesional, lo sé (trabajé 20 años en los servicios informativos de una televisión pública), pero precisamente por eso creo saber muy bien lo que digo. Y, como sé que los periodistas hemos perdido la batalla de la información durante las campañas electorales, sólo me queda un recurso: silenciar su propaganda todo lo que me sea posible. Así, a la que cualquier candidato asoma su nariz en la pantalla, sea cual sea su ideología, apreto el botoncito dichoso. No saben qué placer supone ese gesto insignificante. Es mi manera de indignarme. Les niego la voz que falsamente se atribuyen. Soy todopoderosa porque no les dejo que me engañen. Y no se imaginan lo ridículos que se ven, muditos, gesticulando en la pantalla. Los reduzco a la condición de marionetas, que es lo que realmente son. Yo continúo haciendo mi tortilla de patata y, de reojo, les veo allí, con sus espots y sus mítines, pero no escucho nada, y me río. Me carcajeo, la verdad. Parecen tontos muy tontos. Es una venganza estupenda contra su prepotencia.

Hago lo mismo al escuchar la radio, o al leer los periódicos. Llego a la sección "campaña electoral", y ¡zas!, paso las páginas en bloque. Asimismo, el lunes pasado, me negué rotundamente a seguir el descafeinado/roñoso/fraudulento debate cara a cara de los principales candidatos a la presidencia del gobierno. Ya alucinaba los días previos al ver la cobertura, o sea publicidad, que se daba al evento; nos lo vendían como si fuera el mayor acontecimiento del mundo mundial, cuando en realidad era lo que fue: una mierda pinchada en un palo, y una estafa en toda regla a la ciudadanía, al periodismo, y a la mal entendida democracia. Qué a gusto me quedé, yo, mirando un banal programa de parodias deportivas, y una entretenida entrevista con una antigua gloria del fútbol.

Reivindico, pues, este derecho a la pataleta: tómenle cariño al botón silenciador. Descubrirán que su vida no es mejor ni peor por acallar a los propagandistas. Será lo que es, con sus grandezas y sus miserias. Yo ya sé lo que quiero que me dé un gobernante, un político. Juzgo a cada uno según su actuación durante la legislatura; sé lo que piensan, sé lo que dicen, y sé lo que hacen, es decir, sé lo que votan en cada momento. Esa es mi responsabilidad: saber lo que hace cada uno, si es consecuente, o no, con lo que predica, o lo que vende. Me lleva mucho más tiempo esa tarea que apretar el dichoso botoncito durante la campaña electoral. Y no perdono. No soy una ciudadana irresponsable que no quiere que la molesten con anuncios electorales. Sé muy bien lo que ha hecho cada uno, y juzgo según mis intereses. Nada más.

Mi perra, acurrucada en su rincón, sabe que, momentáneamente, la estoy traicionando. Me ve saltar a por el mando en cuanto empieza el bloque electoral de los informativos, me ve acariciar con deleite el botoncito silenciador y reírme al ver a las marionetas haciendo su teatro durante largos minutos. El botón, estos días, es mi amante, y ella lo sabe. Me proporciona el inmenso placer de hacerles saber a los políticos que mi poder está por encima del suyo. Con un simple botón me cargo a todos sus asesores y estrategas. Horas y horas de planificación se van al garete.

Querida perra mia: esto sólo durará unos días más. Después volveremos a la rutina de siempre, en la cual reinarás tú.

lunes, 23 de mayo de 2011

TRIAS, TU TRIAS, TÚ ESCOGES


Bueno, ya han pasado las elecciones. Al no celebrarse las autonómicas en Catalunya (se celebraron el pasado Noviembre), lo que a mí más me interesaba era el resultado en la ciudad de Barcelona. Se ha producido el cambio histórico vaticinado por las encuestas y, después de 32 años de alcaldes socialistas en la capital catalana, coge el relevo (tras dos intentos fallidos) Xavier Trias, de Convergència i Unió. Le acompañarán 15 ediles de su partido pero, al no ser suficientes para gobernar en solitario, lo más lógico sería que pactara con una de las otras dos fuerzas mayoritarias, PSC (11 ediles) o PP (8) para conseguir una mayoría estable. De momento, Trias ha dicho que quiere gobernar en minoría, llegando a pactos puntuales con los diferentes partidos. Esto quizás sea válido para ayuntamientos no muy grandes o con poco peso específico, pero en la ciudad de Barcelona, y en una situación de crisis como la que vivimos, las energías empleadas en conseguir en cada votación el pacto puntual conveniente deberían quizás dedicarse a la resolución efectiva de los problemas que esta gran urbe tiene planteados, y esto sólo se consiguirá pactando con uno de los otros dos partidos favorecidos por los electores.

¿Y con quién debería pactar Xavier Trias? Trias, tu trias (el lema de su campaña, que en catalán significa "tú escoges"). Hoy, siguiendo las noticias, me han sorprendido las manifestaciones de euforia del PP respecto a Barcelona y sus declaraciones de que ellos tienen "la llave" del ayuntamiento, dando por sentado que CiU pactará con ellos. Su convencimiento puede ser fruto de la euforia del momento (el PP ha arrasado en muchísimas capitales de toda España y ha arrebatado al PSOE varias comunidades históricamente socialistas), y también a la idea de que a CiU, ante la ola pepera que vaticina un triunfo notable en las elecciones generales del próximo año, le conviene pactar con el PP. Pues bien, yo no pienso lo mismo. Pienso que CiU debería pactar con el PSC, que al fin y al cabo es la segunda fuerza más votada en Barcelona y tiene 3 ediles más que el PP. Ya sé que el electorado de CiU está enormemente resentido con el PSC (y con su mamá PSOE) por la actitud contraria a los intereses de Catalunya mostrada por estos partidos en muchas y diversas ocasiones en los últimos años (véase Estatut, véase fondo de competitividad, véase recurso a las oposiciones de maestros, véanse intentos de eludir responsabilidades en la necesidad de aplicar recortes en áreas sensibles, etc). Ya sé, también, que después de gobierno socialista en el ayuntamiento durante 32 años seguidos es muy necesario hacer "limpieza" y renovar poltronas con savia nueva. Pero también sé que Barcelona no es, de ninguna manera, una suma de convergentes y peperos, sino una suma de convergentes y socialistas. Barcelona no es una ciudad de derechas donde deba gobernar sólo la derecha; Barcelona, grosso modo, es una ciudad de izquierdas con una sensibilidad nacionalista importante, y por lo tanto deberían gobernar los convergentes con los socialistas, porque además así lo han votado sus ciudadanos. Por lo tanto, apelo a la cordura y al sentido común de los drigentes de CiU; déjense de cálculos partidistas y aritméticas estratégicas y ajústense a los deseos de los habitantes de esta ciudad. Sería, además, una buena manera de bajarles los humos a las gaviotas azules, que van camino de creerse todopoderosas gracias a que los aires que corren (léase crisis, léase mala gestión por parte del PSOE) no hacen más que darle impulso a sus alas, y a que constatan que, por más corrupción que anide en sus filas, sus resultados no hacen más que mejorar.

Creerse todopoderoso siempre acaba pasando factura. Miren, si no, lo que le ha pasado a Esquerra Republicana, que se emborrachó de poder cuando accedió al gobierno con los dos tripartitos catalanes y abusó claramente de ese poder. A ERC se le subieron los humos a la cabeza, también en el Ayuntamiento. Ahora ha pagado su soberbia quedándose con sólo 2 regidores.

Respecto a Iniciativa per Catalunya Verds, es el único partido de izquierdas que ha subido en número de votos en la ciudad de Barcelona. ¿Tendrá algo que ver con el movimiento de los indignados? Seguramente, porque a nivel de toda Catalunya ICV ha bajado en votos y porcentaje, pero no ha pasado lo mismo en la capital catalana, que ha vivido intensamente las acampadas, ni en Madrid, donde la plaza del Sol concentró la protesta más importante. Es curioso que el impulso de este movimiento, que en los días previos a la elección adquirió muchísima relevancia, no se haya traducido en un aumento mayor del voto progresista o de la abstención. Se ha dicho y se ha repetido que el de los indignados no es un movimiento político, pero esperaba, sinceramente, que tuviera mayor repercusión en las urnas. Veremos cómo evoluciona y si es capaz de canalizar su fuerza en unos objetivos que no sean solamente similares a plantar huertos en medio de plazas duras.

domingo, 15 de mayo de 2011

EL LÍO DE STRAUSS-KAHN


Han arrestado a Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, por un presunto delito de detención ilegal e intento de violación de una camarera de habitación de un lujoso hotel de Nueva York. Es el escándalo del día, titular destacado de todos los medios informativos mundiales. En Francia, la noticia ha causado estupor y un gran desconcierto en toda la clase política, sobretodo en el seno del Partido Socialista, que quería proponerlo como candidato para disputarle la presidencia del país a Sarkozy en las elecciones generales del año que viene, porque las encuestas ya le daban una cómoda ventaja sobre el actual presidente francés.

Voy a hacer lo que han hecho todos los políticos galos, de momento (a ver cuánto tardan en abrir fuego): apelar a la contención para no juzgar prematuramente los hechos hasta que se verifiquen de forma fidedigna, y defender la presunción de inocencia de este señor. Si al final se confirman los delitos de los que se le acusa, exigiremos que se le aplique con el máximo rigor el castigo que prevé la ley americana. Aunque sea el capitoste del FMI, al parecer DSK (como se le denomina en los medios franceses) no goza del tipo de inmunidad diplomática que tienen los embajadores y los jefes de estado, según fuentes del Elíseo, pero la cuestión la está estudiando a fondo la embajada francesa en los Estados Unidos. Lo que se quiere dilucidar es cómo aplica Washington la inmunidad diplomática a los dirigentes de las grandes instituciones internacionales instaladas en suelo norteamericano; por lo visto, el FMI tendría un estatus ambiguo, similar al de un banco.

Hay algo raro en todo este asunto, algo que no cuadra. ¿Cómo es posible que este hombre, director del FMI, aspirante con posibles a presidir la República Francesa, que mora buena parte de sus días en los hoteles más lujosos de todo el mundo (su suite en Nueva York costaba 3.000 dólares la noche), se abalanzase sin más ni más sobre una camarera que acababa de entrar en la habitación y la agrediera sexualmente no una, sino dos veces (primero en el dormitorio, luego en el baño)? Por su rango y por sus aspiraciones, DSK sabe perfectamente que cualquier acto suyo se observa no ya con lupa, sino también con telescopio. No es un incauto ajeno a los tejemanejes y a las zancadillas que proliferan en el mundo de la política, puesto que fue ministro de finanzas durante el gobierno de Lionel Jospin. De hecho, el mismo DSK denunció hace unos días que estaba en marcha una campaña para desprestigiarle, después de que France Soir le sacara en portada subiéndose con su mujer a un Porsche último modelo (¡un socialista que tiene un Porsche!) delante de su casa; después se supo que el Porsche no era suyo, sino de un amigo. Aunque, al parecer, sí es cierto que este señor posee unos gustos refinados y que le gusta disfrutar de los lujos que tiene a su alcance. Que yo sepa, esto no es ningún delito, y no me extraña en absoluto tratándose nada más y nada menos que del director del FMI.

He seguido la noticia de la detención en los periódicos españoles más importantes, en The New York Times, y en Le Monde, y en la mayoría de ellos se alude, con un cierto deje conservador, a la relación extramarital que SDK mantuvo en 2008 con una economista húngara del FMI adscrita al área de África, y por la cual el organismo financiero le abrió un expediente (porque técnicamente la supuesta amante era su subordinada). El resultado fue que se le exoneró de cualquier abuso de autoridad al demostrarse que se trató de una relación consentida, pero, en fin, él tuvo que excusarse públicamente ante el FMI y ante su mujer (la tercera), diciendo que todo se había debido a "un error grave de juicio". A pesar de todo, el comité directivo del FMI calificó de "lamentables" las acciones de su director gerente. ¿Por qué? ¿Por tener un lío en el trabajo? ¿Es "lamentable" tener un lío en el trabajo? A mi entender, sólo lo es a ojos de su señora esposa, la única a quien tendría que rendirle cuentas el marido infiel. Lo demás son moralinas innecesarias que en nada deberían atañer a los jerifaltes del FMI. El código de conducta de esta institución para sus funcionarios internacionales les exige respetar la ley y "seguir las normas más elevadas de comportamiento ético, conformes a los valores de integridad, imparcialidad y discreción". ¿Es ético o no tener un lío en el trabajo? Insisto: si es una relación consentida, la cuestión no tiene nada que ver con la ética o con la moralidad; en todo caso, cada cual lo juzgará según sus propios valores. Por lo tanto, para mí, el antecedente de este affaire no justificaría, sin más, que ahora ya se le considere culpable de antemano. Ahora bien, vuelvo a insistir: si finalmente se demuestra que DSK es culpable de haber intentado violar a la camarera, a la cárcel, al infierno con él, puesto que entonces sí que habría quebrantado varias leyes e incumplido todos los códigos éticos y morales habidos y por haber.

Otro detalle que parece inculpar directamente al director del FMI: su huida precipitada del hotel, en cuya habitación olvidó el móvil y otras pertenencias. Si es culpable, se explica perfectamente: un salido descomunal comete la mayor torpeza (políticamente hablando) de su vida, pierde la cabeza e intenta violar a la mujer que le limpia la habitación y, cuando ésta escapa, se da cuenta de que su fechoría le va a costar la vida y sale pitando sin mirar atrás. Si no es culpable, también se explica: cree que alguien le ha tendido una trampa, que van a por él y que no se andarán con chiquitas para acabar con él (de hecho, en varios medios se alude veladamente a la supuesta mano negra de Sarkozy, y todos sabemos que Sarkozy no se anda con chiquitas a la hora de conseguir sus objetivos); la única posibilidad de afrontar lo que se avecina es salir pitando y abordar cuanto antes ese vuelo que lo devolverá a su querida patria , a Francia, donde, sin duda, gozará de una situación más cómoda para aguantar lo que le echen.


Pero no salió bien. La policía actuó muy rápidamente y actualmente el señor DSK está detenido en una comisaría de Harlem. Al leer esto, no he podido evitar rememorar aquel maravilloso libro de Tom Wolfe, "La hoguera de las vanidades", en la que un riquísimo neoyorquino se equivoca de salida en el periférico, atropella a un hombre de color en Harlem, y pasa la noche detenido en la comisaría del barrio entre putas y macarras, situación que, aparte de provocarle auténtico terror, le parece absolutamente irreal. Igual de irreal le debe de parecer a SDK, sobretodo en los primeros momentos, cuando, desprovisto de móvil, no sabría a quién llamar para que acudiera en su socorro. Pero no se inquieten, que los servicios consulares se pusieron rápidamente en marcha y contactaron con dos prestigiosos abogados, que ya han dicho que el acusado se declarará mañana no culpable de los delitos de que le acusan. Empezará así el show judicial.


En todas las crónicas que he consultado se dan muy pocos detalles de la camarera presuntamente agredida; sólo se dice que tiene 32 años, que tras huir de las garras de DSK buscó la ayuda y el consuelo de sus compañeros, y que la llevaron al Roosevelt Hospital, donde la trataron de "lesiones menores". Si realmente fue agredida, ¡qué mal trago y qué miedo debió pasar! Y qué terrible, para ella, convertirse de la noche a la mañana en la mayor víctima a nivel planetario. Por suerte, la presunta violación no se llegó a consumar y se quedó sólo en intento, pero aún así el trauma será enorme, por el hecho en sí y por el inmenso eco mediático que tiene y que tendrá. Todo se aclarará a su debido tiempo, porque la policía ya ha dicho que el CSI de turno recogió material forense en la habitación que contendría ADN.

Enfin, lo único que está claro de momento es que la carrera política de DSK está finiquitada, aunque, si lo echan finalmente del FMI, no deberá temer por su futuro económico ya que su contrato prevé una indemnización equivalente al 60% de su sueldo anual. Y una vez deje la política, y bien pertrechado de dineritos, podrá por fin disfrutar sin remordimiento de los bólidos, del caviar que al parecer tanto le gusta, y de cualquier lujo asiático. No sabemos si lo hará o no acompañado de su mujer, la periodista televisiva neoyorquina de origen francés Anne Sinclair, que le perdonó los cuernos en 2008 y que hoy ha dicho creer en la inocencia de su marido. Todo esto, por supuesto, siempre y cuando la justicia no lo declare culpable y, en vez de las mejores ostras del mercado, se vea condenado a ingerir durante años el rancho carcelario.


Aunque, como bien señala un avispado comentario enviado por un lector de Le Monde, si el FMI goza de un estatus ambiguo, similar al de un banco, entonces DSK no debe preocuparse porque, ¿quién ha visto nunca a un banquero ir a la cárcel en los Estados Unidos?

domingo, 1 de mayo de 2011

SANGRE PAPAL


La comunidad católica mundial -1.300 millones de personas- celebra hoy con gran fervor la beatificación del que fue Papa durante 27 años, Juan Pablo II. Yo soy católica porque me bautizaron sin pedirme permiso, pero no soy creyente aunque no he hecho apostasía ya que, al parecer, es un proceso largo y penoso en el que no quiero malgastar ni un gramo de energía. Al margen de que alguna de las noticias sobre la fiesta que hoy se celebra en el Vaticano me ha provocado enormes carcajadas, como la exposición, para su veneración pública, de dos botellitas con sangre extraída al pobre Wojtyla moribundo, lo que me sugiere este acontecimiento es que la toda la obra de personajes mundialmente muy importantes a nivel social, político, económico o cultural, puede verse completamente desacreditada por hechos o actitudes que aparentemente, y recalco lo de aparentemente, no tienen mayor relevancia cuando se analiza dicha obra. Al menos, no la tienen en los grandes resúmenes que leo desde hace días en todos los periódicos importantes del mundo.

En el caso de Juan Pablo II, por ejemplo, unánimemente se le proclama como uno de los líderes más destacados del siglo XX, de gran influencia en la escena mundial, actor imprescindible en la estrepitosa caída del comunismo en Europa, eminente teólogo, un Papa muy viajero y el más mediático de la historia, etc. Se dice que vivió su vida como un santo, y por eso se le beatifica. Sin embargo, todos esos logros quedan empañados, a mis ojos, por algunas actitudes muy concretas del considerado simpático Papa Juan Pablo II. Por citar sólo algunas: su defensa acérrima del sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, acusado formalmente de haber cometido abusos sexuales a lo largo de más de cinco décadas con muchos de sus acólitos -se descubrió incluso que había tenido una hija-, y la actitud beligerante contra los religiosos defensores de la Teología de la liberación, entre ellos el obispo Pere Casaldáliga y el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, que han batallado sin cesar por los derechos de los pobres y de una mayor justicia social en el mundo. Dice el que fuera portavoz del Vaticano de Wojtyla, Joaquín Navarro Valls, que su pontificado cambió la vida de millones de personas por su papel central en la caída del comunismo en Polonia y en toda Europa; lástima que renunciara a cambiar también la vida de los millones de desposeídos del mundo que veían no sólo cómo el Papa no les defendía ante las injusticias que sufren a manos de los todopoderosos, sino que incluso castigaba a los que sí lo hacían; y lástima también que los millones -porque son millones en todo el mundo- de niños y niñas abusados por representantes de la iglesia católica hayan tenido que soportar que durante el papado de Juan Pablo II se iniciara el proceso de canonización del pederasta Maciel, un proceso que paralizó Benedicto XVI al año de ser elegido Papa cuando lo expulsó del ministerio sacerdotal por haber cometido abusos sexuales contra seminaristas.

¿Y qué me dicen de los millones de personas que tienen sida? Según los datos de Onusida, en el 2009 34 millones vivían con el VIH, el 67% de ellos en el África subsahariana, y la epidemia ha dejado ya 14 millones de niños huérfanos.¿Por qué renunció Juan Pablo II a mejorar sus vidas? Habría mejorado, y mucho, la vida de los 2,5 millones de hombres, mujeres y niños que cada año se contagian si el Papa, en tantos y tantos viajes por tierras africanas, en vez de recomendar la fidelidad y la castidad como únicas armas para combatir el VIH, hubiera autorizado también el uso del preservativo, que es lo que a lo largo de los 30 años de historia de la epidemia han reconocido todos los científicos y expertos en el tema como el método más eficaz para evitar el contagio.

Mientras esto escribo, 1.300 millones de fieles siguen los festejos de Roma. Unos cuantos miles llorarán ante dos botellitas de sangre papal. Pero, honestamente, creo que somos muchísimos más los que lloramos todos los días por la sangre contaminada de ese niño huérfano tirado en un hospital africano, por la sangre de muchas virginidades profanadas, y por la de tantos y tantos torturados y asesinados por ricos privilegiados que necesitan someter a gran parte de sus convecinos para mantener sus privilegios.

jueves, 14 de abril de 2011

EL BEL CANTO DE SOSTRES


Ayer asistí en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona a la representación de las óperas "Cavalleria rusticana" i "I pagliacci". No soy aficionada a la ópera porque me cansan mucho esos espectáculos que a veces duran 3 y 4 horas. Estas dos óperas, sin embargo, duran una hora cada una, más o menos, y la verdad es que son una delicia. Dos dramas de celos con su planteamiento, nudo y desenlace en una hora cada uno, pim, pam. Como comentábamos con mi acompañante: "Esto lo pone Wagner, y se nos hace de día".

En "Cavalleria", una señora descubre que su novio se la está pegando con una jovencita casada y, despechada, se lo cuenta al marido. El marido mata al novio, claro. Pero antes, cuando la señora le pide explicaciones a su novio y le suplica que no la abandone, no hace más que humillarse sin cesar y pedirle reiteradamente que la pegue, que la pegue, que seguramente se lo merece. En "I pagliacci", un payaso de feria ambulante descubre que su mujer (también feriante) le es infiel y, ante la negativa de ésta a revelarle el nombre del amante, la amenaza y no la apuñala de milagro porque se lo impiden los compañeros, pero no para hasta descubrir al amante y asestarle un navajazo.

Sentadita a oscuras en mi localidad del Liceu, escuchando aquella música y aquellas voces maravillosas, disfrutando de la puesta en escena y de todo lo demás, no dejaban de chocarme los subtítulos de las obras proyectados encima del escenario: "¡Pégame, pégame, es normal que la quieras a ella porque es guapa, joven, y yo estoy gorda; no merezco tu amor, sólo tu desprecio...", "Mala mujer, me estás engañando, voy a hundirte esta daga en tus entrañas...", "No la zurres, hombre, que la función está a punto de empezar y el público ha pagado por verla, ya le ajustarás las cuentas más tarde...". No son los subtítulos literales, naturalmente, pero esto era lo que decían. Es decir: un mensaje extremadamente incorrecto, en los tiempos que corren.

Incomodada, me preguntaba si era bueno transmitir de manera tan machacona este tipo de mensajes, que además se repiten en casi todas las óperas conocidas. Y llegué a la conclusión de que sí, de que deben permitirse, teniendo siempre en cuenta que se trata de un espectáculo, de una ficción, de unas obras escritas en el contexto de hace casi un par de siglos (por no hablar de las tragedias griegas, etc), cuando este tipo de pensamiento era lo más normal y aceptado. Es, además, una buena manera de darse cuenta de cómo ha evolucionado la sociedad y el rechazo del machismo extremo hasta nuestros días. Por eso es tan inaceptable y execrable el artículo de Salvador Sostres en El Mundo justificando que un tipo acuchillara a su novia embarazada al saber que la criatura no era suya. Porque Sostres, a quienes muchos conocemos por sus infamias y sus insultos en diferentes medios (vergüenza para ellos) desde hace años, escribe tal barbaridad en el día de hoy, no en el de hace 200 ó 2000 años, y no se trata de una ficción, sino que opina sobre hechos reales acaecidos en una sociedad que lucha contra la violencia de género y contra el sometimiento de la mujer.

Defiendo, pues, que podamos seguir viendo éstas y otras óperas maravillosas, aunque no estemos de acuerdo con los maltratadores y los asesinos, ni con las tontas que reclaman un tortazo para volverse más dulces y más sumisas y así conservar el amor del macho. No caigamos, por favor, en el ridículo de la editorial que, en Estados Unidos, ha reeditado la obra de Mark Twain sustituyendo las palabras "nigger" e "injun", claramente despectivas hacia ls personas de color y los nativos americanos, por "slave" e "indian", términos políticamente correctos; o el de las autoridades de salud pública de Barcelona que pretendían multar al musical "Hair"porque se fumaba en escena (por más que los responsables aseguraron que no se fumaba tabaco sino una mezcla de hierbas). Llevar a cabo estas acciones de censura en aras de lo que es políticamente correcto es absurdo y no sirve de nada. Sí serviría, en cambio, presionar (incluso legalmente) para que Salvador Sostres y los propietarios de los medios que le pagan reciban el castigo que se merecen por su enorme y dañina irresponsabilidad.





lunes, 11 de abril de 2011

YO VOTO, TÚ VOTAS, ÉL VOTA...


Ayer por la tarde fui a votar. Se celebraba en mi ciudad un referéndum no oficial ni vinculante sobre si nos gustaría o no que Catalunya fuera un país independiente. Regresé a primera hora de la tarde de pasar el día en el campo y decidí darme un garbeo e ir a votar. En vez de buscar la "mesa electoral" más cercana a mi domicilio, me desplacé al centro de la ciudad, a Las Ramblas, para disfrutar de la preciosa tarde y, de paso, respirar el ambiente que envolvía esta consulta que tantas ampollas y expectación ha levantado en el resto de España.

Aparqué el coche en Via Layetana y me fui andando hacia Las Ramblas, donde pensaba que estaba el punto de votación (pero estaba en el Ateneo, en la calle Canuda). Me iba cruzando con gente que volvía de depositar su voto, y oía retazos de las conversaciones que mantenían. La que me impactó más fue la de un señor que, cogido de la mano de su mujer, le decía con voz entrecortada: "¡Si lo hubiera visto mi padre! Él siempre soñó con vivir este momento." Un poco más adelante, una mujer joven le comentaba a su amiga: "A ver si de una vez por todas se dan cuenta en España de que estamos hartos de pagar sus facturas mientras a nosotros nos van zurrando".

No voy a entrar en la cuestión de fondo de si Catalunya debe ser independiente o no. Simplemente diré que, como catalana, me siento maltratada por el actual gobierno socialista, y, sobretodo, por los anteriores gobiernos del PP del señor Aznar. Y que lo que sí creo firmemente es que los ciudadanos tenemos todo el derecho del mundo a opinar sobre cómo queremos vivir. No entiendo tanto revuelo por esta consulta descafeinada; el revuelo debería armarse porque el referéndum no pueda hacerse, dentro de nuestra Constitución, de una forma legal.

La participación ha sido extraordinaria, teniendo en cuenta las circunstancias en que se ha realizado la consulta, y lo que más me ha gustado es que todo el asunto lo han llevado a cabo ciudadanos anónimos como usted o como yo, voluntarios que con poquísimos medios (y sin un euro de dinero público) han conseguido movilizar a un número elevado de vecinos que, alegremente, se han acercado a estas urnas improvisadas. Los organizadores han huído, en lo posible, del ruido mediático y la manipulación política, y ahora espero que los políticos no caigan en la tentación de manipular los resultados según su conveniencia. Los políticos tendrán ocasión, en dos días, de votar una resolución sobre el tema en el Parlamento, y allí está su espacio para pelearse y decírselo todo cara a cara. Pero a nosotros, los ciudadanos, que nos dejen tranquilos. Que nos dejen disfrutar del momento, de la satisfacción por cómo se ha desarrollado todo y de la alegría, o la emoción, que sentimos ayer por la tarde.

Un hijo mio ha cumplido hace un mes 18 años, y en las próximas elecciones municipales del 22 de Mayo no sabe si votará o no. Desconfía de los políticos. Ayer, cuando me iba a votar, le insté a que viniera conmigo y me dijo que no. Me quedé decepcionada, como lo estoy por ver que no le hace ilusión ir a votar el mes que viene, cuando podría ejercer su derecho legalmente por primera vez. Pero acto seguido, añadió: "Mamá, es que yo ya he votado". (En el referéndum de ayer se podía votar a partir de los 16 años, y ha habido urnas anticipadas repartidas por la ciudad durante dos meses).

martes, 29 de marzo de 2011

BROTES VERDES


Mi amigo Ramón Lobo (estupendo periodista) decía ayer en su blog que, al ver a un adolescente saliendo del metro con un ejemplar de periódico (gratuito) en la mano, había renacido en él la esperanza de que el periodismo no morirá del todo. Porque el periodismo, sobretodo el buen periodismo, es cierto que está en la UCI desde hace algún tiempo. Pero mientras quede un lector interesado en saber qué pasa, sobretodo si ese lector es una persona joven, existe la posibilidad de que alguien con la suficiente capacidad, preparación y, a ser posible, libre de presiones descomunales, decida contárselo. Es un brote verde, sí señor.

Y en dos días he visto ya dos brotes verdes. El segundo lo vi la otra noche en el programa de TV3 "30 minuts", que retrataba a varios jóvenes que con menos de 20 años han creado proyectos y empresas innovadoras con un éxito increíble. La mayoría han estudiado o estudian todavía, pero su experiencia demuestra que los estudios no han sido fundamentales para su éxito. La teoría de todos ellos es: no esperes que nadie te traiga el éxito a la puerta de tu casa; sal a buscarlo, arriésgate y trabaja en aquella idea en la que tú crees y que creas que podrá ser útil para otras personas. Un jovencito de 18 años que ya ha creado una red de agencias de viaje, que ahora quiere montar un complejo hotelero en Canarias y que se ha trasladado con toda su familia allí porque el gobierno canario cree que su idea es buena y le ayuda en su proyecto (el padre del angelito, que estaba en paro, ahora trabaja para el nene); un chaval de 16 que en sus horas libres se ha convertido, a través de internet, en un reputado productor musical que se codea con los más importantes de su ramo (que están alucinados con él); y también otro muchacho, que ahora tiene 23 años, pero que a los 17 inventó junto con un amigo un sistema operativo que hoy se disputan los magnates de la red. A este chico, cuya historia pueden leer hoy en la contraportada de La Vanguardia, Twitter quiso ficharlo cuando Twitter no era nada y él se negó; fue un error que le impidió convertirse en millonario, pero él se ríe de esa circunstancia, porque sabe que todavía le quedan por hacer cosas muy importantes, muchas más de las que ya ha hecho. Se llama Pau García-Milà y hoy mismo, en la portada del diario Público, Amazon anuncia una novedad que está basada en la idea de este chaval.

En medio de tanto pesimismo, de tanta tontería de ni-nis y de na-nas (de ná de ná), ver ese programa fue muy excitante, un brote verde que llenó mis pulmones de aire fresco. Lo vi junto con mi hijo de 18 años, que quedó muy impactado con el mensaje que le transmitieron todos estos chavales: tú puedes comerte el mundo si espabilas, si trabajas duro y, sobretodo, si crees en tus capacidades y no esperas a que venga alguien a decirte lo bueno que eres.




martes, 15 de marzo de 2011

PERIODISMO, OTRA VEZ


No puedo resistirme a hablar de periodismo, otra vez. Para bien y para mal. Para bien: me emociona leer los numerosos artículos publicados en La Vanguardia dedicados al recientemente fallecido Joaquim Ibarz, que fue corresponsal en América Latina de este diario durante 30 años. Ya sé que se suele hablar bien de los que acaban de morirse, aunque sea sólo por educación, pero en este caso a mí me da que los elogios son sinceros. Compañeros de profesión, políticos, artistas, empresarios, simples ciudadanos que han enviado cartas al director, viejos y jóvenes, todos han descrito a un hombre bueno. Bueno en lo personal y bueno en su profesión. No he tenido el placer de conocer personalmente al señor Ibarz, aunque sí de leerlo, pero me gusta mucho lo que dicen de él. Limitándome al terreno profesional, dicen que contaba las cosas tal como eran, sin florituras ni abalorios y siempre basándose en su propia experiencia (nada de quedarse en el hotel viendo qué pasaba en la tele). Como decía un compañero, a Ibarz le gustaba contar con frases de sujeto, verbo y predicado. Además, no se doblegó jamás ante el poder y criticó los desmanes de dictadores de toda clase, de izquierdas y de derechas, incluso cuando a algunos de esos dictadores se les daba bula por nuestros lares. Sus artículos, pues, le supusieron en muchas ocasiones ser expulsado de los países que cubría, pero ese mismo compañero de redacción explicaba cómo Ibarz les comunicaba las censuras y las expulsiones a las que se veía sometido con extrema timidez, casi como pidiendo perdón y sin querer que en el periódico lo supieran. ¡Qué diferencia con los reporterillos de hoy, que buscan muchas veces ser ellos los protagonistas de las noticias y que, al más mínimo estruendo, se apresuran a empezar sus crónicas citando sus cuitas: "Acaba de explotar una bomba a 100 metros de aquí y estoy confuso y lleno de polvo..." . Ibarz era un periodista de raza, un auténtico de los de verdad.

Quien no podrá jactarse jamás de pertenecer a esa clase es un tal Alcalá, periodista de la cadena Cope, que sin ningún tipo de criterio acusó ayer de dopaje a los futbolistas del Barça con la supuesta connivencia de preparadores físicos y entrenadores. Duele, sí, duele mucho, y más a la prensa deportiva madrileña, que el Barça sea tan bueno, y el objetivo es ensuciar sus triunfos como sea. Según Alcalá, las informaciones le llegaron del entorno del Real Madrid. Ante el tamaño del escándalo provocado, el secretario de Estado para el Deporte ha dicho que en España los controles antidopaje del fútbol cumplen punto por punto lo que marcan la Agencia Mundial Antidopaje, la FIFA y la UEFA, y el mequetrefe Alcalá, ante la imparable bola de nieve (o mejor dicho, de mierda), pidió perdón por sus acusaciones y se acusó de pardillo o de ser utilizado por el Madrid: "No me invento nada, a mí me hacen llegar una información y la transmito". ¡Pero hombre de Dios! ¿Usted no sabe que en periodismo, antes de "transmitir" una información, hay que cerciorarse de su veracidad, y más si cabe en caso de informaciones sensibles? No, no lo sabe. Porque no es periodista ni nada que se parezca.

sábado, 12 de marzo de 2011

QUÉ FUE DE...



Qué fue de ella, no lo sé. Ni siquiera sé si era "ella" o "él". Sí sé que su madre, Isabel, se suicidó al cabo de los años. Era una persona psicológicamente muy inestable y que había sufrido mucho, y el episodio que les contaré fue un eslabón más de la cadena de dolor que vertebró su vida.

Nuestras familias eran amigas y nosotras dos, de edades similares, nos conocíamos desde pequeñitas. No nos veíamos a menudo, pero sabíamos más o menos qué hacía la una y qué hacía la otra. En la adolescencia me enteré de que Isabel tenía problemas mentales muy serios que requerían, en ocasiones, su internamiento. Y al cabo de un tiempo supe que aquella chica dulce, tranquila y cariñosa, había tenido "un desliz" y se había quedado embarazada con apenas 20 años. Su familia, ultracatólica y cercana al Opus, estaba horrorizada porque el supuesto padre era un hombre casado y, por lo tanto, no se podía amañar un matrimonio que salvara a la pecadora. El aborto, por supuesto, estaba fuera de toda cuestión. Se optó, pues, por "ocultar" a la muchacha, dejar que diera a luz, y entregar inmediatamente al bebé en adopción gracias a los buenos contactos con unas religiosas.

No sé nada más, ni siquiera sé exactamente cómo sucedieron los hechos, porque en casa nunca se habló abiertamente del tema, y menos aún en presencia de algún miembro de la familia protagonista. Sólo recuerdo rumores, cuchicheos, retazos de conversaciones. Se corrió un tupido velo sobre el asunto. Con el tiempo supe que se habían agudizado los problemas mentales de aquella muchacha, que no levantaba cabeza.

Al cabo de unos años, un día me la encontré por la calle. Yo llevaba de la mano a mi hijo, de apenas cuatro años. Íbamos a la consulta de un médico para saber si debíamos operarle de un problema menor. Habían transcurrido, aproximadamente, unos diez años desde que había ocurrido "aquello". De aquel encuentro fortuito se me quedó grabada la tristeza que asomó a los ojos de Isabel al mirar a mi niño pequeño.

Estos días estoy sobrecogida por las informaciones que están saliendo a la luz sobre los niños robados durante el franquismo y la transición. Niños robados o cuyas adopciones se basaron en un comercio vil e inmoral perfectamente organizado por médicos, religiosas y otros intermediarios profundamente católicos. Se supone que hay miles de casos, y ahora sé que el de Isabel fue uno de ellos. Y no estoy hablando de los años sesenta o setenta, no; lo de Isabel ocurrió bien entrada la década de los ochenta, cuando en España ya era legal el aborto.

Lamentablemente, nunca sabré qué fue de su niña, o de su niño, porque nadie está interesado en descubrirlo.






martes, 1 de marzo de 2011

CARROÑA PARA LOS BUITRES


Hoy dejaré de ser yo misma y me llamaré Eva Piqueras durante un ratito. Como si fuera una hermanita gemela de Pedro Piqueras, comenzaré este artículo utilizando sus adjetivos favoritos. Léanlos, por favor, engolando la voz tal y como él hace al presentar las noticias. Allá voy:

"Abominable. Tremendo. Casi apocalíptico." Podría decir que no hay palabras para describir lo que el programa de la supuesta periodista Ana Rosa Quintana ha hecho con la hermana del presunto asesino de la niña Mari Luz Cortés, pero sí las hay: mierda pura, vomitivo, nauseabundo, deleznable. Asqueroso, inmoral, abusivo, denigrante, abyecto, y todos los sinónimos que pudiéramos encontrar. La manipulación
por parte de los reporteros de ese programa de una mujer considerada deficiente mental , y la posterior justificación de Ana Rosa Quintana de que cualquier periodista habría actuado de la misma manera merecerían, sin más, la retirada de antena del magacín y la condena al ostracismo eterno de todos los participantes en los hechos.

No todos los periodistas habrían actuado igual; eso es mentira. Un periodista de verdad no habría hecho jamás lo que ellos hicieron. Sólo los carroñeros sin escrúpulos y desconocedores por completo de lo que es esta profesión se prestan a estas prácticas. Ahora contaré algo que me pasó a mí, no para atribuirme ningún mérito, sino porque es uno de los hechos de mi carrera profesional de los que me siento más orgullosa.

Ocurrió hace muchos años, cuando empecé a trabajar en TV3, la televisión pública catalana, como reportera de informativos. Nos mandaron al extraradio de Tarragona para intentar localizar dónde vivía un chico que presuntamente había cometido un asesinato bastante morboso y que acababa de ser detenido. Sólo sabíamos sus iniciales, pero tuvimos suerte y dimos con la casa. Era un barrio muy pobre, y la casa era prácticamente una chabola. Llamamos y nos abrió una mujer vieja. Estaba con su hermana y con su marido. Les dijimos quiénes éramos y por qué queríamos hablar con ellos. Lejos de cerrarnos la puerta en nuestras narices, la pobre mujer nos la abrió de par en par, nos hizo pasar y nos dio un vaso de agua (era vernao y hacía un calor tremendo). Ellos no habían visto al muchacho desde hacía días, y nadie les había dicho nada todavía. Eran otros tiempos, desde luego. Todavía no había en España cadenas de televisión privada, sólo existían TVE y un par de televisiones autonómicas, como la nuestra. Aunque en periodismo siempre es importante conseguir una exclusiva, y nosotros la teníamos (ni la otra tele ni las radios, ni los periódicos habían descubierto el domicilio del detenido), ya al grabar la entrevista con aquellos seres humildes y confiados me sentí muy incómoda. Ellos no tenían ni idea de qué significaba salir por la tele a raíz de un tema como aquél, ni de lo que se les vendría encima. Estaban muy sorprendidos de que hubiéramos llegado hasta allí y de que nos interesara lo que ellos nos podían contar. Y hablaron confiadamente de su hijo conflictivo y de todos los problemas que les había acarreado. Estaban, cómo diría yo, casi halagados de que les quisiéramos escuchar, y al final nos preguntaron a qué hora se emitiría la entrevista (iba a ir en el informativo verpertino, que en aquel tiempo era el que tenía más audiencia). Repito: por aquel entonces, la gente no tenía una cultura televisiva que con los años y la multiplicidad de medios estuvo al alcance de todos. Aquellos seres confiados, castigados por la miseria económica y el drama de la drogadicción de su hijo, hasta nos dieron dos besos cuando por fin nos fuimos. ¡Éramos de la tele, y además, de TV3, la sensación de aquellos tiempos después de 40 años de monopolio de Televisión Española! Al cerrar la puerta, yo ya lo tenía claro: la entrevista no se iba a emitir. Lo hablamos mi compañero y yo, y los dos estuvimos de acuerdo. La emisión de aquellas cándidas imágenes y palabras iba a destrozar todavía más a aquella familia alcanzada por la tragedia de forma irremediable, y lo que nos habían dicho tampoco era vital para dar la noticia del asesinato. No queríamos cargar con el remordimiento de haber entrado en la morada de aquellas personas, que nos habían tratado con la máxima amabilididad sin saber el daño que les podíamos hacer, para luego hundirlas aún más en el lodazal que les esperaba. No tuvimos valor. Nos pusimos en su lugar y no tuvimos ninguna duda: rebobinamos la cinta de la cámara y la borramos, y en la redacción dijimos que no habíamos localizado a la familia. Ningún otro medio la localizó, y en la tele sólo salió el presunto asesino cuando fue a juicio. Siempre he pensado que hice lo correcto, lo que había que hacer, y borramos la cinta para que nadie pudiera caer en la tentación de utilizar el material. El único reproche que me hago es haber decidido por mí misma algo que, lógicamente, les correspondía decidir a mis jefes, y haberles mentido diciendo que la búsqueda había sido infructuosa. Visto como han ido evolucionando las cosas en la profesión periodística, ese reproche no me ha quitado nunca el sueño, mientras que la emisión de la entrevista sí lo habría hecho.

Ilustro este post con la foto de la periodista carroñera, Ana Rosa Quintana, para que todos recuerden siempre su careto. Qué vergüenza.


miércoles, 23 de febrero de 2011

MI 23-F


Durante todo el día he seguido en diversos medios de comunicación el 30 aniversario del intento de golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, y ha sido interesante. El general Armada, en estupendísima forma a sus 91 años, negando en la radio catalana lo innegable, es decir, que él fuera una parte importante de aquel golpe fallido, y afirmando que no tenía ni idea de quién era el llamado "elefante blanco" que supuestamente había de dirigir el gobierno de salvación de la patria. Un aspecto que no me ha gustado nada de esta efeméride ha sido el autobombo que se han dado los periodistas que se vieron implicados en aquellos hechos( el que hizo la foto de Tejero pistola en mano en el hemiciclo, el operador de cámara de TVE, el locutor de radio, etc). Les entrevistaban, a todos, como si hubieran sido ellos los auténticos héroes de aquellas horas terribles, cuando, a mi entender, lo que hicieron fue cumplir con su trabajo y punto.
Y estos días es un no parar de: "¿Y qué hacías tú aquel 23-F?" Pues bien, voy a contar lo que hacía yo. Tenía entonces 21 añitos y, algunas tardes, me ganaba unas pesetillas colaborando en una revista para adolescentes que se llamaba "Fans". Estaba en la "redacción" de la revista (éramos cuatro...), un pisito de la Vía Layetana de Barcelona, cuando saltó la noticia de la entrada del teniente coronel Tejero con sus guardias civiles en el Congreso de los Diputados de Madrid. El impacto fue tremendo, y nos fuimos todos para casa a seguir, por radio, el desarrollo de los acontecimientos.

Lo primero que hice fue intentar localizar a un novio que yo tenía, Kim, dibujante de cómics y autor de "Martínez, el facha", que se publicaba (¡y se sigue publicando!) en la revista de humor "El jueves". La revista pertenecía por aquel entonces al grupo Z, y la redacción estaba en el edificio sede del grupo, que también publicaba la revista "Interviu". "Interviu", en aquella época, era la bestia negra de los nostálgicos del franquismo, no sólo porque publicaba fotos de señoritas en cueros, sino sobretodo por sus reportajes de denuncia de las fechorías de los fascistas. Por lo tanto, ante un golpe de estado que lo que pretendía era una involución política, el edificio del Grupo Z era, sin duda, un objetivo claro. Y el pobre Kim, que se reía de las desgracias de Martínez, el Facha, podía serlo también.

No pude hablar con él. Tras intentarlo una y mil veces sin que nadie de la centralita descolgara el teléfono, por fin alguien respondió y me dijo que no podía pasarme la llamada a la redacción de El Jueves. Ante mi insistencia por saber si el edificio había sido ocupado, sólo dijo lacónicamente: "Aquí no hay nadie". Y siguieron entonces varias horas de angustia, imaginándome a Kim secuestrado como los ilustres señores diputados, o incluso torturado por bestias con sed de venganza. Las noticias de la radio no eran nada alentadoras, todo lo contrario: ocupación de Televisión Españolaen Madrid, también de varias emisoras radiofónicas, los tanques de Milans del Bosch en Valencia, la incertidumbre de lo que ocurría dentro del hemiciclo, los bandos que prohibían la reunión de más de cuatro personas en la calle...Hasta que, ya entrada la noche, Kim me llamó a casa y me dijo que no pasaba nada, que estaba en su estudioy que no había sufrido daño alguno. Fue, evidentemente, un gran alivio.

Pero recuerdo el miedo, el miedo y la preocupación de mis tios (con los que vivía), el miedo a que el golpe triunfara y a cómo tendríamos que vivir a partir de entonces, gobernados por militares que acabarían sin duda ninguna con aquel aire de libertad que se respiraba desde la muerte del dictador 6 años antes. Me metí en la cama con el transistor pegado a la oreja y estuve horas y horas esperando oír la única noticia que quería oír: el fracaso del golpe. Me dio tiempo, antes de caer en un duermevela inquieto, el mensaje del Rey, que nos tranquilizó a todos.

Yo estaba entonces en la universidad, pero naturalmente, al día siguiente, nadie fue a la facultad. Lo que hice fue marcharme a casa de los padres de mi mejor amiga y allí, durante toda la mañana, seguimos las noticias por la televisión y pudimos ver, por fin, la salida de los diputados del Congreso, vimos a los guardias saltando desde las ventanas a la calle, y también la entrega de Tejero. Mi amiga y yo, y sus padres, y algunos amigos, nos abrazamos y lloramos de alegría, pero se nos había quedado el susto en el cuerpo. Por la tarde, me fui con Kim a pasear por las Ramblas.

miércoles, 16 de febrero de 2011

SIEMPRE POSITIVO


Hoy he decidido hacer algo positivo. Estoy harta de la crisis, de que todos hablemos de la crisis sin parar, de que todo sean penas y desgracias. A partir de hoy, esporádicamente, publicaré en este blog hechos o pensamientos positivos, alegres, esperanzadores, que me hayan ocurrido o se me hayan ocurrido a lo largo del día. Así, simplemente para llevar la contraria, que es una actitud que siempre me ha gustado mucho.

El hecho positivo de hoy es que he ido a Correos a mandar un paquete y lo he conseguido en un par de minutos. No había cola, extrañamente, y además el funcionario era muy simpático y amable. Es decir, ha ocurrido exactamente lo contrario de lo que siempre me sucedía cuando "ingresaba" en una estafeta de correos: colas interminables y servidores públicos malcarados y exasperantemente lentos a los que te daban ganas de insultar pero no podías.

Lo mismo me ocurrió hace unos días al ir a renovarme el carnet de identidad. Lo hice en un pispás y sin trámites engorrosos. De entrada, ya vas a la comisaría con una cita previa, que te ahorra esperas innecesarias. Entregas una foto, pones una huella, y al momento te entregan tu carnet renovado. No hay resguardo ni tienes que volver a desplazarte a por el documento .

Me debe salir el gen alemán al que le gusta la eficacia, y por eso tanto hoy como el otro día me he sentido muy bien.

viernes, 4 de febrero de 2011

PERDONEU, PERÒ ALGÚ HO HAVIA DE DIR


Con alegría me entero de que Joan Roura, periodista de TV3 Televisió de Catalunya, ha decidido quedarse en El Cairo para seguir informando de la revuelta popular en Egipto. La mayoría de periodistas españoles y catalanes que se desplazaron en las últimas horas al convulsionado país están siendo, en estos momentos, repatriados, apenas 24 horas después de su aterrizaje.

Entiendo las razones de la dimisión de esos periodistas. La violencia se ha centrado en los últimos días en los corresponsales y enviados especiales de los medios de comunicación extranjeros (obedeciendo a la táctica de "matar al mensajero"...). No hay que poner en peligro la integridad física para poder informar, y seguramente yo habría hecho lo mismo que los periodistas dimisionarios. Pero es que yo no me considero, para nada, "corresponsal de guerra", aunque he estado en alguna guerra y, francamente, lo pasé muy mal. Por lo tanto, repito: entiendo la actitud de los que se largan a las primeras de cambio. Pero lo que no entiendo, y no acepto de ninguna de las maneras, es que esos mismos periodistas intenten cubrirse de gloria relatando sus miserias. Que quieran quedar como héroes de guerra cuando la realidad es que, de héroes, no tienen nada. Que multipliquen sus apariciones en directo y chats en los medios relatando su penoso trayecto rumbo al aeropuerto para volver a casa. Por ahí sí que no paso.

La competencia mediática causa estragos en la profesión, y los medios deciden enviar equipos monumentales para cubrir acontecimientos como éste. Pero no todo el mundo puede ser corresponsal de guerra; para ello se requieren cualidades muy específicas. Por eso sólo se quedan los que se quedan.

En 2010, según Reporteros sin Fronteras, 51 periodistas murieron ejerciendo su profesión, otros 51 fueron secuestrados, y 535 fueron detenidos.

martes, 1 de febrero de 2011

QUÉ CASUALIDAD


A veces la casualidad te proporciona momentos de gran lucidez. A mí me ocurrió ayer por la noche. Me puse a mirar la nueva serie de los lunes en TV3, "Polseres vermelles", que relata las vivencias de un grupo de chavales ingresados en un hospital. A uno de ellos le han amputado una pierna, y a otro se la amputaban en el capítulo de ayer (debido a un cáncer de tibia). El chaval entra a quirófano arropado por el cariño de su madre y el trato cariñoso de médicos, enfermeras y celadores. A pesar del trauma, empieza a recuperarse bastante bien. Cuenta, claro está, con todos los medios de un sistema sanitario moderno (y gratuito) que le proporcionará una prótesis adecuada, y que le atenderá a lo largo de su vida.

Cuando acabó el capítulo, haciendo tiempo hasta el inicio del programa de mi humorista de cabecera, di con una entrevista en el 33 a Gervasio Sánchez, el laureado fotoperiodista de numerosos conflictos olvidados. Uno de sus trabajos más importantes ha sido, a lo largo de los años, la denuncia de las minas antipersona, esos mortíferos artilugios que, a diario, matan, despedazan y mutilan a decenas de personas en todo el mundo. Buena parte de las víctimas son niños, y durante la entrevista a Gervasio se vieron algunas de sus fotos sobre el tema. Entre ellas, la de un niño camboyano de 13 años sobre una rudimentaria camilla, al que acaban de amputarle la pierna derecha. Un niño que iría andando despreocupadamente por cualquier camino o campo, que está en ese quirófano (por llamarle de alguna manera) completamente solo, abandonado a su desgracia, y que habrá sufrido la operación en Dios sabe qué condiciones, ya que la morfina escasea en muchas ocasiones. Para ese niño habrá pocos mimos; tampoco tendrá medicamentos gratuitos, ni salas de rehabilitación, ni tan siquiera una prótesis, a no ser que tenga la fortuna de que le atienda una oenegé.
Fue la casualidad, ya digo. Niño atendido con grandes medios en un centro hospitalario de una sociedad próspera, niño "apañado" sobre una mesa destartalada en medio del campo de un país paupérrimo. Aunque ahora a nosotros, con esto de la crisis, nos parezca que somos los más pobres del mundo mundial, hay casualidades que lo ponen todo en su lugar.

martes, 25 de enero de 2011

LLORA POR INTERNET


Porque ahora mismo no tengo energía, que si no...iba a montar un negociaco. Seguro que funcionaría. Se trata de emitir funerales online, tal y como se explica en "The New York Times". Dice el periodista que la cosa cada vez va a más. Las funerarias, que en Estados Unidos son, mayoritariamente, privadas, se están poniendo al día en este mundo globalizado, y empiezan a ofrecer la asistencia a las ceremonias de despedida vía ordenador o móvil. El país es grande; los desplazamientos, caros; y la crisis tampoco ayuda a la hora de cumplir con uno de los ritos sociales más extendidos, como es el de despedir presencialmente a tus seres queridos y ofrecer tu calor y tus ánimos a los más allegados. En una sociedad cada vez más secularizada, los funerales vía internet pueden tener su lugar. En algunos casos son gratuitos, y en otros, no. Se accede mediante una invitación por email y, si es de pago, la opción siempre será más barata que un desplazamiento físico. Funerales de gente medianamente (muy medianamente) conocida han llegado a congregar virtualmente a unas 8.000 personas. Pongamos por caso que cada una de ellas pague 1 euro por conectarse al funeral: ayudita muy bienvenida para pagar el entierro.
Otra cosa es la cuestión emocional. ¿Se puede llorar a alguien por internet? Sí, se puede, cada uno encerrado en su cubículo sintiendo una pena verdadera. También se llora viendo una película en la soledad de una pantalla. Auguro un futuro brillante a este invento, aunque me dolerá si, en el futuro, asisto a un funeral y somos dos y el gato porque todos los demás están en sus casas y en sus oficinas, compaginando el dolor con asuntos más mundanos como cocinar o ultimar el informe pendiente.

martes, 11 de enero de 2011

¿QUIÉN ES EL MEJOR?


Ayer, según decían, se proclamaba en Zurich quién es el mejor jugador de fútbol del mundo. El premio recayó en Lionel Messi, como no podía ser de otra manera. Porque Messi es el mejor, y el mejor es el mejor. Ahora bien, en Barcelona se especulaba, desde hacía meses, con una victoria de Andrés Iniesta o de Xavi Hernánadez. Los tres, Messi, Iniesta y Hernández, son jugadores del FC Barcelona. Se comentaba que Messi no podía ganar porque la selección argentina había hecho un mal papel en el Mundial de Sudàfrica, y porque, en años de Mundial, no había ganado ganado nunca el Fifa World Player un jugador que no hubiera pertenecido al equipo ganador del torneo. Pero Messi ganó, para sorpersa de todos, porque Messi es, simplemente, el mejor.

Mi candidato sentimental era Xavi. Xavi es un crack estratosférico, un creador de fútbol en estado puro, un trabajador empedernido, un entusiasta de su profesión, y un privilegiado poseedor de un don innato que ha sabido administrar con una sabiduría suprema, para goce de la amplísima afición del club de su vida, el Barça. Y, además, es una persona sencilla que ha sabido mantener los pies en tierra firme en un mundo que se construye sobre arenas, demasiado a menudo, muy movedizas. La vez que he tenido ocasión de fotografiarme con Xavi, la cosa fue así: en París, con motivo de la consecución del título de ganadores de la Champions League. Eran ya las tantas de la madrugada, y salíamos de la fiesta que el Barça había organizado en un local de los Champs Elysées. Mi familia y yo nos diponíamos a ir al aeropuerto para coger el vuelo de retorno a Barcelona después de una jornada gloriosa. En ese mismo momento, Xavi salió del local y yo, ni corta ni perezosa, le abordé: "Si us plau, Xavi, ¿t'importa si ens fem una foto?"

Xavi, encantado, se acercó a nosotros (mi hijo pequeño y yo), y posó para la foto. Tened en cuenta que estos jugadores, jugadores de este nivel, son acosados 24 horas al día por admiradores que les piden fotos y autógrafos sin parar. Si os ponéis en su piel es fácil imaginar que, en algún momento, tienen que rebotarse y pasar de los fans. Pues yo recuerdo que Xavi, en aquel día tan importante, se acercó a nosotros con una sonrisa en los labios, una frase amable, y un talante de lo más afable. Yo le recuerdo con un afecto inmenso y una admiración sin límites.

Lo mismo puedo decir de Iniesta, un jugador como la copa de un pino. Al final, la sensación que me quedó ayer fue la inmensa satisfacción de ser seguidora del Barça, el equipo que ha colocado a tres de sus jugadores en el trio finalista del premio de la Fifa. Eso sí que es un logro.