domingo, 23 de agosto de 2009

LLEGIR


M'agrada molt llegir. Compro llibres perquè m'agrada llegir. També m'agrada triar el que llegeixo i, evidentment, m'empasso les crítiques literàries que es publiquen als diaris. De vegades em deixo influenciar per aquestes crítiques a l'hora de comprar.

Ara fa tres setmanes que estic de vacances. Abans de començar-les, vaig anar a comprar llibres. En vaig triar tres o quatre, i ja els he llegit. Estic parlant de novel.les, que és el gènere que més m'agrada. Doncs bé, cap d'elles m'ha fet el pes. Són distretes, sí, i estan ben escrites, naturalment. Estan bé per a passar l'estona. He de dir que entre aquestes novel.les no n'hi ha cap de la trilogia Millenium. Vaig llegir el primer volum l'estiu passat, i no tinc ganes de llegir els altres. Dec ser l'excepció que confirma la regla, ja que tothom està entusiasmat amb aquest tautor, Stieg Larsson. I això és bo per a la indústria editorial.

Ahir m'havia quedat sense res per llegir. I amb l'índex de la mà dreta vaig repassar els títols de la meva biblioteca de la casa d'estiu. Sense escarafalls, vaig agafar "El que hem menjat", de Josep Pla. I vaig quedar enganxada en menys de 10 pàgines. Enganxada de tal manera que ara no puc parar de llegir. Quin gran autor! I com en són, d'interessants, les coses que explica! Us el recomano.

Vaig llegir en Pla per primer cop fa molts anys, quan vaig arribar a la facultat de periodisme de l'UAB. A primer curs, teníem un professor molt pesat, molt pedant, que anava de modern i es volia lligar totes les noies de la classe, i que només feia que parlar d'en Pla. Un gran descobriment, sí senyor. És l'únic mèrit que li reconec a aquell professor, que ja és mort.

Amb el temps, he rellegit Pla a estones. Sempre m'ha agradat. Però és que ara, com dic, m'enganxa. No em deixa deixar de passar la pàgina, en vull més, i més.

Per a ànimes perdudes, diré que el meu autor favorit de tots els temps ha estat Vladímir Nabokov, i que un altre que m'agrada és Alessandro Baricco.

Que tingueu un bon final d'estiu.

martes, 18 de agosto de 2009

A VUELTAS CON LA GRIPE


Todos hablan de la gripe. En los periódicos, en las noticias de la tele, en los blogs. La gripe está ahí, acechándonos. La Oms dice lo suyo. Las autoridades se reúnen, algunos dan consejos sobre cómo estornudar, cómo fomentar la venta de pañuelos de celulosa. Que si hay que retrasar el comienzo del curso escolar, que si no hay que dar besos ni estrechar manos. ¿Saben lo que pienso? Que nadie tiene la más mínima idea de qué es lo pasará.

Y, además, tengo la experiencia de más de dos décadas como periodista en activo, y la nariz me dice que, aparte de que es verdad que hay una epidemia, o pandemia o lo que sea, no es muy grave. Pero que en el hemisferio norte es Agosto, y en Agosto, en el hemisferio norte, se prodigan las serpientes informativas. En Agosto no hay noticias, y hay que llenar los periódicos con algo. Y no todo pueden ser fiestas de "Miss Espuma" y el récord de comer medusas. O sea que las noticias más nimias se alargan, se extienden, se propagan, se ilustran, se encuestan, hasta lo indecible.

Este Agosto, además, algunos políticos no hacen vacaciones. ¿No se dan cuenta? Salen en la tele cada día, dicen sus tonterías (cada vez de mayor calado), y así parece que el país no se detiene, que siempre hay alguien de guardia velando por todos nosotros. Pero, madre mía, qué chorradas nos están vendiendo. Nos venden historias que a nadie interesan (fíjense, por favor, en cómo pasan las páginas de los diarios los lectores en los bares, a las 9 de la mañana). Que les den. ¿A quién, el 17 de Agosto, le importa la sentencia del Estatut, el caso Gürtel y otros temas de portada de estos días? Ya se lo digo yo: a los políticos que no se han ido de vacaciones y a los periodistas que no se han ido de vacaciones. A nadie más.

Anda ya, que no somos tontos. Con lo de la gripe igual me tendré que morder la lengua, y lo haré si es necesario. Pero de momento, les recomiendo que, en un momento dado (de aquí a unos meses), se planteen de verdad conocer las verdaderas estadísticas, que sepan cuál habrá sido la incidencia real de esta gripe, y entonces hablamos.

lunes, 17 de agosto de 2009

11 Centésimas de segundo


"Esto no se superará jamás", dijo mi tio hace muchísimos años, después de presenciar una carrera de 100m libres en unos Juegos Olímpicos, hace más de 30 años. Mi tio, Pere Ricart, que era un atleta ( campeón de España en lanzamiento de disco, entre otras cosas), murió en 1982 y por lo tanto no oyó jamás hablar de un tal Usain Bolt. ¡Cómo habría disfrutado con él!

Resulta que Bolt batió ayer su propio récord en esta modalidad atlética. Si hace un año fue el campeón en los Juegos Olimpicos de Pekín con una marca de 9,69 segundos, ayer en Berlín consiguió salvar la distancia en el tartán en 9,58 segundos. 11 centésimas de segundo menos. ¿Alguien sabe lo que son 11 centésimas de segundo? Yo no, pero sin duda es una gran hazaña.

Admiro a los grandes deportistas. Ser los mejores en algún deporte no es moco de pavo. Nosotros, el resto de la humanidad, estamos de vaciones, quizás (si la vida no nos ha castigado demasiado), y vemos por la tele cómo Rafa Nadal vuelve a la competición (y pierde el partido, pero no nos importa), cómo Jorge Lorenzo se cae y le cede el campeonato a Rossi (y nos da rabia), cómo el esfuerzo de muchos no puede salvar la vida de Óscar Pérez en un pico de Paquistán (y lloramos), y vemos a Bolt recortar 11 centésimas de segundo en una marca que un atleta con el que conviví no hace muchos años ni imaginaba siquiera.

Superar un reto. Llegar a la meta estableciendo un récord. Ir más allá. Recortar la marca, ganar, ganar, vencer. Sacrificarse entrenando, horas, días, semanas, meses, años. Luchar contra un décima de segundo, contra dos, contra cinco, contra diez. Llorar por una lesión, por un catarro, por una indigestión, por la injusticia de unos jueces, por un clima demasiado húmedo, o demasiado seco en el momento de la competición. ¿Cuál es la recompensa?

Debe ser la competición misma, saber que estás ahí, en lo más alto, donde pocos llegan aunque se esfuercen mucho, debe ser también el reconocimiento público, y debe ser saber que tienes una meta, algún lugar al que llegar, cosa que la mayoría de nosotros no tenemos. Debe ser una vida plena, sin distracciones. Es la vida de los campeones. Aunque, bien pensado, no todos podríamos ser campeones por más que nos lo propusiéramos. Por eso está bien que disfrutemos con ellos. Se lo merecen.