domingo, 1 de mayo de 2011

SANGRE PAPAL


La comunidad católica mundial -1.300 millones de personas- celebra hoy con gran fervor la beatificación del que fue Papa durante 27 años, Juan Pablo II. Yo soy católica porque me bautizaron sin pedirme permiso, pero no soy creyente aunque no he hecho apostasía ya que, al parecer, es un proceso largo y penoso en el que no quiero malgastar ni un gramo de energía. Al margen de que alguna de las noticias sobre la fiesta que hoy se celebra en el Vaticano me ha provocado enormes carcajadas, como la exposición, para su veneración pública, de dos botellitas con sangre extraída al pobre Wojtyla moribundo, lo que me sugiere este acontecimiento es que la toda la obra de personajes mundialmente muy importantes a nivel social, político, económico o cultural, puede verse completamente desacreditada por hechos o actitudes que aparentemente, y recalco lo de aparentemente, no tienen mayor relevancia cuando se analiza dicha obra. Al menos, no la tienen en los grandes resúmenes que leo desde hace días en todos los periódicos importantes del mundo.

En el caso de Juan Pablo II, por ejemplo, unánimemente se le proclama como uno de los líderes más destacados del siglo XX, de gran influencia en la escena mundial, actor imprescindible en la estrepitosa caída del comunismo en Europa, eminente teólogo, un Papa muy viajero y el más mediático de la historia, etc. Se dice que vivió su vida como un santo, y por eso se le beatifica. Sin embargo, todos esos logros quedan empañados, a mis ojos, por algunas actitudes muy concretas del considerado simpático Papa Juan Pablo II. Por citar sólo algunas: su defensa acérrima del sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, acusado formalmente de haber cometido abusos sexuales a lo largo de más de cinco décadas con muchos de sus acólitos -se descubrió incluso que había tenido una hija-, y la actitud beligerante contra los religiosos defensores de la Teología de la liberación, entre ellos el obispo Pere Casaldáliga y el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, que han batallado sin cesar por los derechos de los pobres y de una mayor justicia social en el mundo. Dice el que fuera portavoz del Vaticano de Wojtyla, Joaquín Navarro Valls, que su pontificado cambió la vida de millones de personas por su papel central en la caída del comunismo en Polonia y en toda Europa; lástima que renunciara a cambiar también la vida de los millones de desposeídos del mundo que veían no sólo cómo el Papa no les defendía ante las injusticias que sufren a manos de los todopoderosos, sino que incluso castigaba a los que sí lo hacían; y lástima también que los millones -porque son millones en todo el mundo- de niños y niñas abusados por representantes de la iglesia católica hayan tenido que soportar que durante el papado de Juan Pablo II se iniciara el proceso de canonización del pederasta Maciel, un proceso que paralizó Benedicto XVI al año de ser elegido Papa cuando lo expulsó del ministerio sacerdotal por haber cometido abusos sexuales contra seminaristas.

¿Y qué me dicen de los millones de personas que tienen sida? Según los datos de Onusida, en el 2009 34 millones vivían con el VIH, el 67% de ellos en el África subsahariana, y la epidemia ha dejado ya 14 millones de niños huérfanos.¿Por qué renunció Juan Pablo II a mejorar sus vidas? Habría mejorado, y mucho, la vida de los 2,5 millones de hombres, mujeres y niños que cada año se contagian si el Papa, en tantos y tantos viajes por tierras africanas, en vez de recomendar la fidelidad y la castidad como únicas armas para combatir el VIH, hubiera autorizado también el uso del preservativo, que es lo que a lo largo de los 30 años de historia de la epidemia han reconocido todos los científicos y expertos en el tema como el método más eficaz para evitar el contagio.

Mientras esto escribo, 1.300 millones de fieles siguen los festejos de Roma. Unos cuantos miles llorarán ante dos botellitas de sangre papal. Pero, honestamente, creo que somos muchísimos más los que lloramos todos los días por la sangre contaminada de ese niño huérfano tirado en un hospital africano, por la sangre de muchas virginidades profanadas, y por la de tantos y tantos torturados y asesinados por ricos privilegiados que necesitan someter a gran parte de sus convecinos para mantener sus privilegios.

1 comentario:

  1. yo voy a intentarlo siguiendo estas instrucciones ella lo cuenta fácil ya veremos si es asi.
    http://www.feministas.org/spip.php?article230

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