martes, 1 de febrero de 2011
QUÉ CASUALIDAD
A veces la casualidad te proporciona momentos de gran lucidez. A mí me ocurrió ayer por la noche. Me puse a mirar la nueva serie de los lunes en TV3, "Polseres vermelles", que relata las vivencias de un grupo de chavales ingresados en un hospital. A uno de ellos le han amputado una pierna, y a otro se la amputaban en el capítulo de ayer (debido a un cáncer de tibia). El chaval entra a quirófano arropado por el cariño de su madre y el trato cariñoso de médicos, enfermeras y celadores. A pesar del trauma, empieza a recuperarse bastante bien. Cuenta, claro está, con todos los medios de un sistema sanitario moderno (y gratuito) que le proporcionará una prótesis adecuada, y que le atenderá a lo largo de su vida.
Cuando acabó el capítulo, haciendo tiempo hasta el inicio del programa de mi humorista de cabecera, di con una entrevista en el 33 a Gervasio Sánchez, el laureado fotoperiodista de numerosos conflictos olvidados. Uno de sus trabajos más importantes ha sido, a lo largo de los años, la denuncia de las minas antipersona, esos mortíferos artilugios que, a diario, matan, despedazan y mutilan a decenas de personas en todo el mundo. Buena parte de las víctimas son niños, y durante la entrevista a Gervasio se vieron algunas de sus fotos sobre el tema. Entre ellas, la de un niño camboyano de 13 años sobre una rudimentaria camilla, al que acaban de amputarle la pierna derecha. Un niño que iría andando despreocupadamente por cualquier camino o campo, que está en ese quirófano (por llamarle de alguna manera) completamente solo, abandonado a su desgracia, y que habrá sufrido la operación en Dios sabe qué condiciones, ya que la morfina escasea en muchas ocasiones. Para ese niño habrá pocos mimos; tampoco tendrá medicamentos gratuitos, ni salas de rehabilitación, ni tan siquiera una prótesis, a no ser que tenga la fortuna de que le atienda una oenegé.
Fue la casualidad, ya digo. Niño atendido con grandes medios en un centro hospitalario de una sociedad próspera, niño "apañado" sobre una mesa destartalada en medio del campo de un país paupérrimo. Aunque ahora a nosotros, con esto de la crisis, nos parezca que somos los más pobres del mundo mundial, hay casualidades que lo ponen todo en su lugar.
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