lunes, 11 de abril de 2011

YO VOTO, TÚ VOTAS, ÉL VOTA...


Ayer por la tarde fui a votar. Se celebraba en mi ciudad un referéndum no oficial ni vinculante sobre si nos gustaría o no que Catalunya fuera un país independiente. Regresé a primera hora de la tarde de pasar el día en el campo y decidí darme un garbeo e ir a votar. En vez de buscar la "mesa electoral" más cercana a mi domicilio, me desplacé al centro de la ciudad, a Las Ramblas, para disfrutar de la preciosa tarde y, de paso, respirar el ambiente que envolvía esta consulta que tantas ampollas y expectación ha levantado en el resto de España.

Aparqué el coche en Via Layetana y me fui andando hacia Las Ramblas, donde pensaba que estaba el punto de votación (pero estaba en el Ateneo, en la calle Canuda). Me iba cruzando con gente que volvía de depositar su voto, y oía retazos de las conversaciones que mantenían. La que me impactó más fue la de un señor que, cogido de la mano de su mujer, le decía con voz entrecortada: "¡Si lo hubiera visto mi padre! Él siempre soñó con vivir este momento." Un poco más adelante, una mujer joven le comentaba a su amiga: "A ver si de una vez por todas se dan cuenta en España de que estamos hartos de pagar sus facturas mientras a nosotros nos van zurrando".

No voy a entrar en la cuestión de fondo de si Catalunya debe ser independiente o no. Simplemente diré que, como catalana, me siento maltratada por el actual gobierno socialista, y, sobretodo, por los anteriores gobiernos del PP del señor Aznar. Y que lo que sí creo firmemente es que los ciudadanos tenemos todo el derecho del mundo a opinar sobre cómo queremos vivir. No entiendo tanto revuelo por esta consulta descafeinada; el revuelo debería armarse porque el referéndum no pueda hacerse, dentro de nuestra Constitución, de una forma legal.

La participación ha sido extraordinaria, teniendo en cuenta las circunstancias en que se ha realizado la consulta, y lo que más me ha gustado es que todo el asunto lo han llevado a cabo ciudadanos anónimos como usted o como yo, voluntarios que con poquísimos medios (y sin un euro de dinero público) han conseguido movilizar a un número elevado de vecinos que, alegremente, se han acercado a estas urnas improvisadas. Los organizadores han huído, en lo posible, del ruido mediático y la manipulación política, y ahora espero que los políticos no caigan en la tentación de manipular los resultados según su conveniencia. Los políticos tendrán ocasión, en dos días, de votar una resolución sobre el tema en el Parlamento, y allí está su espacio para pelearse y decírselo todo cara a cara. Pero a nosotros, los ciudadanos, que nos dejen tranquilos. Que nos dejen disfrutar del momento, de la satisfacción por cómo se ha desarrollado todo y de la alegría, o la emoción, que sentimos ayer por la tarde.

Un hijo mio ha cumplido hace un mes 18 años, y en las próximas elecciones municipales del 22 de Mayo no sabe si votará o no. Desconfía de los políticos. Ayer, cuando me iba a votar, le insté a que viniera conmigo y me dijo que no. Me quedé decepcionada, como lo estoy por ver que no le hace ilusión ir a votar el mes que viene, cuando podría ejercer su derecho legalmente por primera vez. Pero acto seguido, añadió: "Mamá, es que yo ya he votado". (En el referéndum de ayer se podía votar a partir de los 16 años, y ha habido urnas anticipadas repartidas por la ciudad durante dos meses).

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