viernes, 22 de mayo de 2009



SOY MOTERA Y QUIERO COMPRAR MI PROPIA MOTO

No voy a votar en las europeas. Creo que no voy a volver a votar hasta que los partidos políticos no se decidan a prescindir de una norma absurda que les "colaron" a los periodistas hace ya un montón de años. A los periodistas y a sus jefes, claro. Se trata de los llamados "bloques electorales", es decir, la presencia (contada en minutos y segundos) en los medios de comunicación de los actos electorales durante las campañas. Cuantos más diputados tiene un partido, más segundos le tocan en un informativo. De manera que, cuando eres periodista y sigues la campaña de un partido (para una radio o una tele), sabes exactamente cuántos segundos "te tocan" para dar una información. No importa que el acto que vas a cubrir sea importante o no, o que se produzca una declaración de interés, ni nada de nada. Sólo importan los segundos que te han adjudicado.

Y eso no es lo peor. Lo peor es que ahora ya ni siquiera te dejan cubrir el acto. Prohibido grabar imágenes o sonido. Los partidos tienen sus propias cámaras y sus micrófonos, y proporcionan a los medios los planos, los cortes de voz y las imágenes que ellos (los partidos) creen más adecuados. Una barbaridad. Es decir, ellos se lo guisan (montan los actos para sus militantes), ellos se lo comen (aplauden todos a rabiar por lo riquísimo que está todo) y nosotros (los periodistas, los propietarios de los medios y los ciudadanos que consumimos información) nos lo tragamos.

¿Por qué tragan los medios de comunicación? Por los compromisos e intereses de toda índole (principalmente, económicos) que tienen con éste o aquél partido, éste o aquél gobierno. ¿Y los periodistas? En la mayoría de los casos, porque sus contratos son muy precarios y se juegan el sueldo.

En algunos ámbitos (muy pocos, la verdad) se intenta combatir esta tendencia. Hay emisoras de radio y canales de televisión que anuncian huelgas (limitadas) durante las campañas. Este hecho se viene sucediendo desde hace algunos años, pero no veo que sirva para mucho. Creo, sinceramente, y por experiencia personal, que en este terreno vamos para atrás, y no hacia adelante. En cada campaña las limitaciones son más y más, y más los "entes" (por llamarlos de alguna manera) que se atreven a imponerlas, y más los que se someten a ellas. Va a ser difícil ver a un político sacarse un moco de la nariz o rascarse un grano, por no referirme a cosas mucho más importantes, como someterse a preguntas, titubear o dar un paso (o una opinión) en falso.

¿Y los Colegios de Periodistas? Pues nada, ahí andan, enredados en otros temas. La única esperanza que tengo es que, como en otros asuntos, los ciudadanos se animen a grabar sus vídeos, utilicen sus móviles y "pesquen" la realidad. Piensen ustedes que estos actos de sacrificio, este malgasto de baterías, obtendrá, si la cosa resulta jugosa, una considerable recompensa dineraria porque, digo yo, alguien quedará por ahí interesado en desenmascarar el terrible engaño. Ingenua, me llaman algunos.


jueves, 14 de mayo de 2009


TO BE OR NOT TO BE BERNIE MADOFF:ÉSA ES LA CUESTIÓN


Mejor no ser Bernie Madoff en estos momentos. Ya saben, el gran inversor estafador de los Estados Unidos que presuntamente ha robado a sus clientes alrededor de 50.000 millones de dólares. Mejor no estar en su piel, ni en los huesitos que la sostienen, porque sin duda este hombre finalizará su trayectoria vital en la cárcel, cuando no en un psiquiátrico.

Bernie ha aparecido en diversos medios de comunicación de nuestro país a raíz de la noticia de esta gran estafa (ríanse ustedes del atraco al tren de Glasgow...), pero aquí muy pocos saben realmente quién es Bernie y lo que representaba. Los que sí lo sabían están ahora mismo en la ruina, y se trata nada más ni nada menos que de los grandes millonarios americanos, sobretodo los de ascendencia judía. Durante 40 años, Bernie y su empresa radicada en Wall Street los ha toreado a todos. Estafó a todos y a cada uno de ellos con una estructura piramidal que, al final, se derrumbó cual castillo de naipes, que es lo que era en realidad. Los inversores lo han perdido todo, algunos de ellos cientos o miles de millones. "Lo que no hizo el Holocausto, lo ha hecho él", ha declarado a la revista Vanity Fair una viuda de Palm Beach acostumbrada a un gran tren de vida, que ahora se ve obligada a malvender lo que le queda y a mudarse a vivir con su hija.

No sólo han perdido los judíos millonarios. Ellos, como buenos ciudadanos americanos preocupados por sus impuestos, invertían cantidades estratosféricas en filantropía. De un día para el otro, concretamente desde el 11 de Diciembre del año pasado (día de la detención de Bernie), se quedaron sin fondos múltiples fundaciones, departamentos de atención e investigación hospitalaria, y causas culturales y solidarias muy diversas.

Es cierto que no se puede comparar la penuria de estos estafados con la de los mineros chinos, por ejemplo, pero el hecho en sí da qué pensar. Bernie, ¿dónde tenías la cabeza? ¿Valía la pena tener que pasar por el terrible momento de confesarles a tus hijos (directivos de la empresa) que "todo era una gran mentira", un día antes de que te detuvieran los federales?

Menos mal que este hombre no volverá a pisar la calle. El odio, el rencor y los deseos de vengaza de centenares de poderosos no le permitirían dar un paso. Uno no sale así como así de una cosa como ésta.