miércoles, 23 de febrero de 2011

MI 23-F


Durante todo el día he seguido en diversos medios de comunicación el 30 aniversario del intento de golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, y ha sido interesante. El general Armada, en estupendísima forma a sus 91 años, negando en la radio catalana lo innegable, es decir, que él fuera una parte importante de aquel golpe fallido, y afirmando que no tenía ni idea de quién era el llamado "elefante blanco" que supuestamente había de dirigir el gobierno de salvación de la patria. Un aspecto que no me ha gustado nada de esta efeméride ha sido el autobombo que se han dado los periodistas que se vieron implicados en aquellos hechos( el que hizo la foto de Tejero pistola en mano en el hemiciclo, el operador de cámara de TVE, el locutor de radio, etc). Les entrevistaban, a todos, como si hubieran sido ellos los auténticos héroes de aquellas horas terribles, cuando, a mi entender, lo que hicieron fue cumplir con su trabajo y punto.
Y estos días es un no parar de: "¿Y qué hacías tú aquel 23-F?" Pues bien, voy a contar lo que hacía yo. Tenía entonces 21 añitos y, algunas tardes, me ganaba unas pesetillas colaborando en una revista para adolescentes que se llamaba "Fans". Estaba en la "redacción" de la revista (éramos cuatro...), un pisito de la Vía Layetana de Barcelona, cuando saltó la noticia de la entrada del teniente coronel Tejero con sus guardias civiles en el Congreso de los Diputados de Madrid. El impacto fue tremendo, y nos fuimos todos para casa a seguir, por radio, el desarrollo de los acontecimientos.

Lo primero que hice fue intentar localizar a un novio que yo tenía, Kim, dibujante de cómics y autor de "Martínez, el facha", que se publicaba (¡y se sigue publicando!) en la revista de humor "El jueves". La revista pertenecía por aquel entonces al grupo Z, y la redacción estaba en el edificio sede del grupo, que también publicaba la revista "Interviu". "Interviu", en aquella época, era la bestia negra de los nostálgicos del franquismo, no sólo porque publicaba fotos de señoritas en cueros, sino sobretodo por sus reportajes de denuncia de las fechorías de los fascistas. Por lo tanto, ante un golpe de estado que lo que pretendía era una involución política, el edificio del Grupo Z era, sin duda, un objetivo claro. Y el pobre Kim, que se reía de las desgracias de Martínez, el Facha, podía serlo también.

No pude hablar con él. Tras intentarlo una y mil veces sin que nadie de la centralita descolgara el teléfono, por fin alguien respondió y me dijo que no podía pasarme la llamada a la redacción de El Jueves. Ante mi insistencia por saber si el edificio había sido ocupado, sólo dijo lacónicamente: "Aquí no hay nadie". Y siguieron entonces varias horas de angustia, imaginándome a Kim secuestrado como los ilustres señores diputados, o incluso torturado por bestias con sed de venganza. Las noticias de la radio no eran nada alentadoras, todo lo contrario: ocupación de Televisión Españolaen Madrid, también de varias emisoras radiofónicas, los tanques de Milans del Bosch en Valencia, la incertidumbre de lo que ocurría dentro del hemiciclo, los bandos que prohibían la reunión de más de cuatro personas en la calle...Hasta que, ya entrada la noche, Kim me llamó a casa y me dijo que no pasaba nada, que estaba en su estudioy que no había sufrido daño alguno. Fue, evidentemente, un gran alivio.

Pero recuerdo el miedo, el miedo y la preocupación de mis tios (con los que vivía), el miedo a que el golpe triunfara y a cómo tendríamos que vivir a partir de entonces, gobernados por militares que acabarían sin duda ninguna con aquel aire de libertad que se respiraba desde la muerte del dictador 6 años antes. Me metí en la cama con el transistor pegado a la oreja y estuve horas y horas esperando oír la única noticia que quería oír: el fracaso del golpe. Me dio tiempo, antes de caer en un duermevela inquieto, el mensaje del Rey, que nos tranquilizó a todos.

Yo estaba entonces en la universidad, pero naturalmente, al día siguiente, nadie fue a la facultad. Lo que hice fue marcharme a casa de los padres de mi mejor amiga y allí, durante toda la mañana, seguimos las noticias por la televisión y pudimos ver, por fin, la salida de los diputados del Congreso, vimos a los guardias saltando desde las ventanas a la calle, y también la entrega de Tejero. Mi amiga y yo, y sus padres, y algunos amigos, nos abrazamos y lloramos de alegría, pero se nos había quedado el susto en el cuerpo. Por la tarde, me fui con Kim a pasear por las Ramblas.

miércoles, 16 de febrero de 2011

SIEMPRE POSITIVO


Hoy he decidido hacer algo positivo. Estoy harta de la crisis, de que todos hablemos de la crisis sin parar, de que todo sean penas y desgracias. A partir de hoy, esporádicamente, publicaré en este blog hechos o pensamientos positivos, alegres, esperanzadores, que me hayan ocurrido o se me hayan ocurrido a lo largo del día. Así, simplemente para llevar la contraria, que es una actitud que siempre me ha gustado mucho.

El hecho positivo de hoy es que he ido a Correos a mandar un paquete y lo he conseguido en un par de minutos. No había cola, extrañamente, y además el funcionario era muy simpático y amable. Es decir, ha ocurrido exactamente lo contrario de lo que siempre me sucedía cuando "ingresaba" en una estafeta de correos: colas interminables y servidores públicos malcarados y exasperantemente lentos a los que te daban ganas de insultar pero no podías.

Lo mismo me ocurrió hace unos días al ir a renovarme el carnet de identidad. Lo hice en un pispás y sin trámites engorrosos. De entrada, ya vas a la comisaría con una cita previa, que te ahorra esperas innecesarias. Entregas una foto, pones una huella, y al momento te entregan tu carnet renovado. No hay resguardo ni tienes que volver a desplazarte a por el documento .

Me debe salir el gen alemán al que le gusta la eficacia, y por eso tanto hoy como el otro día me he sentido muy bien.

viernes, 4 de febrero de 2011

PERDONEU, PERÒ ALGÚ HO HAVIA DE DIR


Con alegría me entero de que Joan Roura, periodista de TV3 Televisió de Catalunya, ha decidido quedarse en El Cairo para seguir informando de la revuelta popular en Egipto. La mayoría de periodistas españoles y catalanes que se desplazaron en las últimas horas al convulsionado país están siendo, en estos momentos, repatriados, apenas 24 horas después de su aterrizaje.

Entiendo las razones de la dimisión de esos periodistas. La violencia se ha centrado en los últimos días en los corresponsales y enviados especiales de los medios de comunicación extranjeros (obedeciendo a la táctica de "matar al mensajero"...). No hay que poner en peligro la integridad física para poder informar, y seguramente yo habría hecho lo mismo que los periodistas dimisionarios. Pero es que yo no me considero, para nada, "corresponsal de guerra", aunque he estado en alguna guerra y, francamente, lo pasé muy mal. Por lo tanto, repito: entiendo la actitud de los que se largan a las primeras de cambio. Pero lo que no entiendo, y no acepto de ninguna de las maneras, es que esos mismos periodistas intenten cubrirse de gloria relatando sus miserias. Que quieran quedar como héroes de guerra cuando la realidad es que, de héroes, no tienen nada. Que multipliquen sus apariciones en directo y chats en los medios relatando su penoso trayecto rumbo al aeropuerto para volver a casa. Por ahí sí que no paso.

La competencia mediática causa estragos en la profesión, y los medios deciden enviar equipos monumentales para cubrir acontecimientos como éste. Pero no todo el mundo puede ser corresponsal de guerra; para ello se requieren cualidades muy específicas. Por eso sólo se quedan los que se quedan.

En 2010, según Reporteros sin Fronteras, 51 periodistas murieron ejerciendo su profesión, otros 51 fueron secuestrados, y 535 fueron detenidos.

martes, 1 de febrero de 2011

QUÉ CASUALIDAD


A veces la casualidad te proporciona momentos de gran lucidez. A mí me ocurrió ayer por la noche. Me puse a mirar la nueva serie de los lunes en TV3, "Polseres vermelles", que relata las vivencias de un grupo de chavales ingresados en un hospital. A uno de ellos le han amputado una pierna, y a otro se la amputaban en el capítulo de ayer (debido a un cáncer de tibia). El chaval entra a quirófano arropado por el cariño de su madre y el trato cariñoso de médicos, enfermeras y celadores. A pesar del trauma, empieza a recuperarse bastante bien. Cuenta, claro está, con todos los medios de un sistema sanitario moderno (y gratuito) que le proporcionará una prótesis adecuada, y que le atenderá a lo largo de su vida.

Cuando acabó el capítulo, haciendo tiempo hasta el inicio del programa de mi humorista de cabecera, di con una entrevista en el 33 a Gervasio Sánchez, el laureado fotoperiodista de numerosos conflictos olvidados. Uno de sus trabajos más importantes ha sido, a lo largo de los años, la denuncia de las minas antipersona, esos mortíferos artilugios que, a diario, matan, despedazan y mutilan a decenas de personas en todo el mundo. Buena parte de las víctimas son niños, y durante la entrevista a Gervasio se vieron algunas de sus fotos sobre el tema. Entre ellas, la de un niño camboyano de 13 años sobre una rudimentaria camilla, al que acaban de amputarle la pierna derecha. Un niño que iría andando despreocupadamente por cualquier camino o campo, que está en ese quirófano (por llamarle de alguna manera) completamente solo, abandonado a su desgracia, y que habrá sufrido la operación en Dios sabe qué condiciones, ya que la morfina escasea en muchas ocasiones. Para ese niño habrá pocos mimos; tampoco tendrá medicamentos gratuitos, ni salas de rehabilitación, ni tan siquiera una prótesis, a no ser que tenga la fortuna de que le atienda una oenegé.
Fue la casualidad, ya digo. Niño atendido con grandes medios en un centro hospitalario de una sociedad próspera, niño "apañado" sobre una mesa destartalada en medio del campo de un país paupérrimo. Aunque ahora a nosotros, con esto de la crisis, nos parezca que somos los más pobres del mundo mundial, hay casualidades que lo ponen todo en su lugar.